No son juncos
los que se mueven en los secos cañadones/
No son ramas/
ni flores marchitas agitándose.
Son los brazos
son las manos
de los hundidos en la tierra.
Liturgia de pañuelos blancos
/batiendo/
llora el aire.
...Y yo observo
bajo una fresca hoja de trébol
¡los surcos profundos
de esas frentes cansadas!
Alambre oxidado se retuerce
sobre cercas arbitrarias
de vacíos estamentos.
...¡Los iones de galvánica corriente
atraviesan la oscura entraña del átomo!
Cada tanto se renueva en la historia
infecunda languidez del espíritu/
y en los rediles...
una misma cosa suelen ser
pastores y lobos.
Los corazones fueron alguna vez
santos continentes de sueños.
Hoy el Mar Muerto husmea impávido
antiguos hedores y heridas abiertas.
Las banderas
costean la supervivencia con sangre derramada/
y la venganza florece de espurias semillas.
Vez tras vez
regresan con fusiles
los espinosos retoños.
Asustado/
bajo trincheras y fortalezas endebles
continúa deambulando el Hombre.
Autor: Juan Carlos Luis Rojas
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