sobre los andantes transidos y errantes.
En la maleta del corazón
la sangre cansada
pulsa vaivenes,
tras los zollozos contenidos.
La sal de las lágrimas,
seca y agrieta
los surcos del tiempo.
Una vez más
el pecho descocido,
abierto al sol,
tras un nuevo amanecer.
Aurora de esperanzas,
acaso,
florecen los días
donde bulle la lumbre
que mira
al ser,
despojado y silente.
Autor: Juan Carlos Luis Rojas
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