vadeando la inundación.
Anega los confines
esta lluvia interminable
sobre la pobreza
y miserias humanas.
Entretanto,
zahiere el frío
las espaldas húmedas.
Pero son invisibles
a los ojos de la desidia
los hombros del esfuerzo.
Y la paz no llega
a los corazones en quiebra,
perdidos en la bruma
de esta extensa
y maldita soledad.
Autor: Juan Carlos Luis Rojas