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lunes, 6 de agosto de 2018

Desde el cénit

Esta piedra rugosa donde camino...

Estas olas que mi proa embiste...
Este furioso viento Norte
    que arroja espumas sobre mi pecho...
sólo elementos son,
de formas que se mecen,
de grava estremecida,
   arena y lodazal...
Cimental geografía donde transita
   el sino misterioso en que navego.

No hay más poder
   en cada quien,
que el centro donde gravita.
Batallar de microcosmos
en la esfera construida de elipsis
en el vibrar de espines
protones
neutrones
en el centro grave del espíritu.

Sazona la sal en cada sal
y en el brillo de su albur
refleja al sol desprevenido.

¡Cuánto más habrá
de mi ceniza
en el cuenco matricial
donde renazco!

Si de chispas breves
multiplicada va la lumbre
es así que desde el cénit
de fotones invisibles
el corazón del sueño
y la razón
 alimentados.

Desde el cénit
se adiestra a la semilla
en esas banderas ocultas del amor
que encolumna esta marcha,
formación de redobles y mandobles,
sólo vistas en paisaje vigoroso
y de tal discernimiento,
único,
a la luz correspondida.

Autor: Juan Carlos Luis Rojas


sábado, 15 de octubre de 2016

De otras maneras, madre

Desde que hubo el temblor
en la primera alborada de la semilla...
y cuando en el cosquilleo de la sangre
declamó la emoción sus sinos y misterios...
hubo el sabor anticipado de los besos
¡creciendo!
con el húmedo resplandor en los labios.

¡Y luego las manos!
tanteando en el vientre las caricias venideras,
tanteando los pasos de un tierno palpitar...
¡Pasos!...
sacudiendo la pereza de los días
hacia un renuevo de esperanzas y de sueños.

¡Madre!
De muchas maneras, madre.
La que pudo y aquella que no
y sin embargo el arrullo de amor
fue un poema
desliéndose en su pecho.

La que fue y no fue...
Donde la historia hizo un jirón
y el desapego hecho un desgarro
donde dar, acaso,
fue vida y alas...
donde la poesía de vivir
perduró su canto
con el dolor,
con el perdón,
con el amor.

Que se iluminen entonces
sus ojos de crepúsculos,
con la chispa de la algarabía,
con la estirpe piadosa del canto
en la comprensión de lo divino
y perfumada bendición.
¡Felices sean tus días,
de cualquier manera,
madre!

Autor: Juan Carlos Luis Rojas