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viernes, 24 de marzo de 2017

Heridas y derrotas

Hiere el adiós
    como un hacha etérea/
Cuando cae su filo
    invisible y cruel.

Se deslizan entre sí las manos
    /rozándose/
hasta el último contacto
    en la punta de sus dedos...
        /despidiéndose/
Sólo un café amargo queda
    para endulzar esta melancolía.

La ansiedad construye
   sus alas temblorosas
        que torna a la ternura
            torpe y sin sentido.

Cuando se aquietan mis manos
    frías    y distantes de tu piel
no sé si es tal su conquista
    como el derecho de mis dedos
        en tus senos solazarse.

¿Por qué estos pasos míos/    tercos/
    van con vos hacia la cima incierta
si yo bien sé
    que volverán rodando en la pendiente
tras el golpe cruel de lo imposible?

Eslabones perdidos de historias quedan
    en la cadena de la vida/
Suenan/
    como heridas y derrotas
y como siempre... ¿hasta cuándo?

El débil cordón de plata que nos une
    se funde cada tarde
        en la flama dolorosa del adiós.

¿Es sólo fugaz aventura de un sueño
    lo que me marcan tus ojos   
        cuando juegan su ironía en la sonrisa?

Arremete a veces el secreto punzante
    de tu palabra abrupta y callada/
¿Me dice, acaso, su silencio
    lo superfluo...
        lo imposible de este amor?

Autor: Juan C. L. Rojas

Canto del amante

Canto azul del amante
   que se vierte en las horas/
con destellos escondidos
   de festivas alboradas.

En un puño lleva
   la felicidad de un sueño
      y en el otro
         tristezas infinitas.

Cunden impotencias
   de alegrías que se truncan/
abruptas/
   sobre el corazón cansado.

Envejecer en juventud
   es la consigna/
con una bandera a cuestas
   de obcecadas esperanzas.

Suelen quedar melancolías
   tras el café que se esfuma
      y la ironía de la lluvia
         que empapa de nostalgias.

Es por el amor/
que este ser resigna
   epopeyas de auroras/
y es por el amor/
que puede cantarte
   el sentimiento de su piel
      y de su sangre.

Navego en el recuerdo de esta luz
   que me exilia del mundo
para dormirme
   en el laurel soñado de tu cuerpo/
para ver que nuestras sombras...
mutuas deambulan
   y se encuentran
      para estrecharse
         en el rincón fugaz
            de los abrazos.

Se arrebujan las fragancias/
de estas flores ardientes
   en los continentes desesperados
      del amor.

Me dejo caer
   como libre plumón
      de ave en cenizas.
Arranco el corazón
   y las alas de un sueño.
Arranco esta voz de Romeo
   y susurros dolientes.
Arranco este sentir
   que sigue aún
      latiendo en la piel.

Me dejo caer
   ahora
      como plumón sin dueño/
despojado
del aliento
y del llanto. 

Autor: Juan C. L. Rojas   

Cuando te vas

Envidio los lugares
    donde te lleva la tarde
        cuando se apaga en las penas
            mi alegre silbo que inspiras.

Te pienso/
cuando en la mesa del café
me impregna
    el burdo sabor a melancolía/
aún sabiendo que en cada sorbo
    bebo tu grato recuerdo.

Arde en mi corazón la ansiedad impotente.
Quimeras.
Sueños.
Cambiar el destino.

Cuando ya aturdido me marcho/
y revientan en la vereda
    los ojos ciegos de mis pies/
viene a mi
    el cielo de las caricias robadas
        y abres en mi pecho
(no sé si sabes)
    una pena y una flor.

Pudiera yo
cocer en el vino amargo
    la dura cerviz del delirio.
Pudiera el amor
    romper las murallas del tedio/
abrir ventanas
    de soles y dichas
para que auyenten
    a estas tormentas del alma.

Cuando me envuelve la noche
    en esta mendicidad resignada
me regala generosa
    el poder de soñarte...
¡Que habrá un mañana
   me cuenta 
de esplendoroso cielo
    que cantará nuestro amor!

Autor: Juan C. L. Rojas