Una de las grandes murallas del mundo es la indiferencia,... que conlleva, en sí, la falta de empatía, la falta de interés en el otro,... Ese otro, a su vez, no puede "abrir su corazón" ante la falta de solidaridad desde el espíritu. La combinación de estos elementos puede bastar para generar soledades. Esa soledad que puede ser germen de la tristeza.
Saludamos como simples formalismos...
Acostumbramos a preguntar: "¿Cómo estás?", pero no esperamos la respuesta, o la dejamos que pase superfluamente.
Acostumbramos a preguntar: "¿Cómo estás?", pero no esperamos la respuesta, o la dejamos que pase superfluamente.
Generamos un falso positivismo (u optimismo), en el momento equivocado.
Es así como nos puede llegar a sorprender ciertos acontecimientos desafortunados de personas cercanas, cuando expresamos: "No sé qué pasó, se lo veía bien", o algo por el estilo. ¿Nos hubiese importado? ¿Hubiesemos hecho algo al respecto? ¿Cual sería nuestra respuesta?...
Si la respuesta es, sí, entonces, no tuvimos la suficiente sensibilidad para entender, o no hemos inspirado la suficiente confianza para que se nos transmita cierta condición.
Si la respuesta es, no, entonces, nuestra respuesta, se estaría acercando al frío mundo de lo real, donde conmoverse con lo del otro suele ser una simple debilidad; donde esperamos ver y atender sólo nuestros problemas, y que no nos vengan con otro, aún cuando puede sernos muy simple, alguna manera de apoyo y colaboración, como, por ejemplo, el sólo hecho de prestar el oído.
Si la respuesta es, no, entonces, nuestra respuesta, se estaría acercando al frío mundo de lo real, donde conmoverse con lo del otro suele ser una simple debilidad; donde esperamos ver y atender sólo nuestros problemas, y que no nos vengan con otro, aún cuando puede sernos muy simple, alguna manera de apoyo y colaboración, como, por ejemplo, el sólo hecho de prestar el oído.
Ese falso "positivismo" es pretender que el otro sea fuerte, no por el beneficio de la fortaleza de aquel, sino para evitar que nos comprometa en algún sentido.
Por supuesto, no se trata aquí de la persona de característica quejosa, sino precisamente, de aquella que siempre hace algo para vencer sus dificultades, mostrándose fuerte y riéndose de ellas, y no nos damos cuenta que está librando una gran batalla.
Por supuesto, no se trata aquí de la persona de característica quejosa, sino precisamente, de aquella que siempre hace algo para vencer sus dificultades, mostrándose fuerte y riéndose de ellas, y no nos damos cuenta que está librando una gran batalla.
Estas actitudes suele pasar muy a menudo, hasta en el seno de la propia familia... No nos debe sorprender.