Todo es uno.
Hay un hilo conductor que relaciona a las partes con un todo.
Pero las partes deben hallar una consciencia del Todo...
Un poco de aquí y de allá.
Así
sobre lo tibio fértil
del lecho
desparramada
desparramándote
a gusto y por gozo
alborotada
alborotándote
Así
señora que ha de amarse
bienamándose
desde afuera
hacia adentro
en lento fuego
intensamente
desde adentro
y hacia afuera,
en sortilegios
desmedidos,
en ósmosis
de huracanes
perdiendome
ya en tu piel
ya en tus senos,
adentrándome,
en flujos
del influjo,
de mi fluir
calidamente.
Así
a sorbos
absorbiéndote.
Así
derretida
y derritiéndome...
¡derramándome!
en la cúspide final
donde lo fluir
silente
truena en alborozo.
en júbilo de estrellas
sobre el brillo
festivo
de las lágrimas,
asomándose,
cayendo,
amándose.
Y qué se dice de la tarde,
adentrándose en el anochecer...
Quietud de manos y ojos
reposando de la luz,
espera suave,
paciente,
al resplandor de las estrellas,
de La Estrella...
que brilla y ronda
en mi sendero
suburbial.
Manto continental de penumbras,
sumergiéndose,
bajo el terciopelo de la noche...
en la intimidad de sus caricias...
Y que se dice de la tarde
que te tiene
en sus ojos sorprendidos,
desprendidos del rostro del amor...
tímido candor
teñido del ocaso.
Y no es un ocaso
ni tu nombre
ni tu rostro...
con esos ojos tuyos
que parpadean en el éter
acercándome en sus ondas
la presencia viva
de tus manos
en las mías.
...Y qué diré de la tarde
donde creces en mi pensamiento
cuando no apareces,
apareces,
desapareces,
entre esas nubes tímidas
que te celan...
Y es cuando la luna
velada de rocío
me hace un guiño
para al fin
enviarte hacia mi
en el regocijo
fugaz
de un sueño.
A veces suena musical/ esperanzadora /alguna frase/ Sentida ilusión entra por la puerta ingenua del oído.
Vendrán tiempos mejores
/dices/
Los adjetivos suavizan
el negruzco sangrar
y del pecho brota un suspiro.
Esa brisa suele ser
/nada más/
temblor de alas/ dolidas preguntas.
Preguntas que llevan en sus signos
el gastado temor.
En las manos del recuerdo
lo imposible es un viento
que erosiona la piedra.
¡Mas el corazón sabe del espacio
y de la interminable expansión de la esperanza!
Divaga una sombra en el espíritu
de la estrella que jamás se acercará.
En este desgarro y deriva gravitacional
cae su peso curvo
al negro embudo
donde llovizna
/quizás pasajera/
esta conjunción
bendita
de estrellas.
Oh, raro evento que jugando
te meces en mi pecho...
que, rubores de aurora se abren como rosas en este, mi anochecer.
Desde tu piel que sonroja
y matizas en fucsia atuendo
para hacer que las estrellas
paladeen tu hermosura.
Y acaso me mires
y completes el hechizo.
Y acaso murmures
y me digas tu sentir.
Que en un suspiro liberado
sueltes las alas de tu amor,
vuelo hermoso que no retengo,
y con esta dicha de mirarte
germine un brote hacia el alba
ya henchido el pecho, del amanecer.
Tus labios, que son sendas de la miel
se ajustan en la sonrisa de tus ojos
en la picardía vibrante de tus pechos...
¡Allí yacen, en la memoria de mi boca!
Donde tus rizos, trigo acariciante,
se deslizan en laderas de mis muslos
que no son los tuyos de ávida fortaleza,
bellas columnas en el templo de Eros,
devorando, sus naves y abadías
elevándome de gozos y victorias,
sien alerta y sensible de mi espíritu.
Tu soledad es aquella dónde detienes tus ojos del mundo...
Es aquello que por ti mismo ciernes en desamparo. Y donde detenerse significa, esa total indiferencia que recibes... O la excusa ambigua de ciertas conciencias..
Tu soledad,
es ese desmedido infinito
de lo que ya fue.
Conocimiento de pasado.
Negación de futuro,
despojado de andariveles
por donde marche la esperanza.
Sí.
Solo abismos.
Infinita nada.
Sin embargo, tu soledad
también puede ser
(debes saberlo)
tan solo
pesadez de los párpados,
que imposibilita mirar
por sobre los muros
del horizonte,
ni por sobre las sombras
dónde se apoyan las estrellas...
¡Levántate y camina!
¡Abre los ojos y ve!
...Aunque no veas sino solo sombras.
¡Allí!...
Sobre la noche
te espera la luz...
Antiguo arriero de peces, dorado río,
por tu camino de siglos bajando vas,
desde donde su farol enciende la luna hasta las islas frutales del litoral.
Sus soles tus lomos queman en el estío,
barrancas, islas y playas te ven pasar,
arriba lames las garras de ariscos pumas
abajo reflejas luces de la ciudad.
Canoas isleñas del Paraná,
quiero ser el agua por donde van,
irme cauce abajo, lluvia retornar,
y ser nuevamente río Paraná.
Asoman en tus riberas como otros días
las bellas formas trigueñas del guaraní,
pero revive en el alma de los isleños
la raza vieja que otrora reinara allí.
Quien fuera, me dijo un día mirando el río,
como las aguas tranquilas del Paraná,
que no conservan las huellas de los navíos,
y así las penas del alma poder borrar.
Canoas isleñas del Paraná,
quiero ser el agua por donde van,
irme cauce abajo, lluvia retornar,
y ser nuevamente río Paraná
(Polca canción)
Letra y Música: Edgar Romero Maciel - Albérico Mansilla
"Agua y sol del Paraná"
Por el rio Paraná,
aguas arriba navego.
El sol quema como fuego
en la siesta litoral.
Bordeando el camalotal:
pacu, surubí dorado
van navegando a mi lado
por el rio Paraná.
La canoa lenta va
hiriendo el pecho del río,
sauce triste, ceibo mío,
en sus orillas está.
Azul el jacarandá,
aromó sus ramas de oro,
derramando su tesoro,
sobre el río que se va.
El agua me ha de llevar;
nadie sabe hasta que puerto;
hay solo un destino cierto:
la pampa amarga del mar.
Viejo río Paraná:
aguas marrones y bravas
y en lo alto crestonadas
no terminan de silbar
Tristeza me da el ceibal,
sangrando sobre el verano:
si parecemos hermanos,
en el modo de llorar
Ya mi canción se me va,
aguas abajo del río,
mientras sigo mi destino
remontando el Paraná.
Rio arriba, rio va
contra la oscura corriente
agua y sol sobre mi frente
agua y sol del Paraná.
Letra: Miguel A. Brascó
Música: Ariel Ramírez
El jangadero
Río abajo voy llevando la jangada,
río abajo por el alto Paraná.
Es el peso de la sombra derrumbada,
que buscando el horizonte bajará.
Río abajo, río abajo, río abajo:
a flor de agua voy sangrando esta canción.
En el sueño de la vida y el trabajo
se me vuelve camalote el corazón
Jangadero, jangadero:
mi destino por el río es derivar
desde el fondo del obraje maderero,
con el anhelo del agua que se va.
Padre río, tus escamas de oro vivo
son la fiebre que me lleva más allá.
Voy detrás de tu horizonte fugitivo
y la sangre con el agua se me va
Banda, banda; sol y luna; cielo y agua:
espejismo que no acaba de pasar.
Piel de barro, fabulosa lampalagua:
me devora la pasión de navegar.
Jangadero, jangadero:
mi destino por el río es derivar
desde el fondo del obraje maderero,
conn el anhelo del agua que se va.
Letra: Jaime Dávalos
Música: Eduardo Falú
"El Paraná en una zamba"
Brazo de la luna que, bajo el sol,
el cielo y el agua rejuntará.
Hijo de las cumbres y de las selvas,
que extenso y dulce recibe el mar.
Sangra en tus riberas el ceibo en flor
y la pampa verde llega a beber
en tu cuerpo lacio, donde el verano
despeña toros de barro y miel.
Mojan las guitarras tu corazón,
que por los trigales ondulará.
Traen desde el Norte frutal la zamba
y a tus orillas la dejarán,
para que su voz, enamorada de la luz carnal,
arome tus mujeres, Paraná.
En campos de lino recobrarás
el cielo que buscas en la extensión.
Padre de las frutas y las maderas:
florece en deltas tu corazón.
Verde en el origen recorrerás,
turbio de trabajo la noche azul
y desde la luna, como un camino,
vendrá tu brillo quebrando luz.
Río Paraná:
Tu brisa fresca respirando yo estoy.
Y canto al verte, tal vez por suerte,
cruzando el puente Brazo Largo
Y al ver tus costas verdes
en un sin fin perderse,
sentir estoy deseando lo que
sienten tantos,
que tus márgenes habitan.
Cantaba al remar, en su canoa a
ritmo firme el pescador.
Que hurga en tu vientre, buscando suerte,
como ayer, mañana ó pasado.
Tal vez arrastre hasta la orilla,
la corriente,
esta canción que yo te canto
desde el puente.
Cuando me voy a la Provincia de Entre Ríos,
en canción te lo digo,
Paraná río querido.
Cantaba al remar,
en su canoa a ritmo firme el pescador.
Que hurga en tu vientre, buscando suerte,
como ayer, mañana ó pasado.
Tal vez arrastre hasta la orilla,
la corriente,
esta canción que yo te canto
desde el puente.
Cuando me voy a la Provincia de Entre Ríos,
en canción te lo digo,
Paraná río Argentino.
Río Paraná.
El río me dirá si aún existe
con su voz de cristal entre las flores
él me ha visto en sus aguas endiosadas
y ha borrado de mi piel la oscuridad.
Tan lejos estoy de estos
paisajes tan lejos de su amor y su bondad
que parece que es delirio mi deseo
de borrar esta niebla de orfandad.
Y volver de nuevo a aquellos días
a mi río, a mi selva montaraz,
caminar de nuevo entre las flores
en las costas del bravío Paraná.
Jorge Cafrune
Noches isleñas
Noche, ¡oh noche de luna bella!,
poblada por mil estrellas baña las aguas del Paraná.
Noche, ¡oh noche de dulce ensueño!,
que sos para el triste isleño fiel compañero en su soledad.
Noche, ¡oh noche que al alma hechiza!,
tu suave rumor de brisa tiene frescura de manantial.
Se eleva hacia el infinito un canto agreste y sentido:
un canto que ha florecido entre ceibos, sauces y flor de azahar.
Brilla el Paraná bajo su fulgor.
Noche de cristal; noche de ilusión.
Aguas que se van para no volver,
llevan con su andar mi hondo padecer.
Noche, ¡oh noche de luz y calma!
haz que ilumine mi alma la claridad de tu resplandor.
Noche, ¡oh noche de tenue encanto!,
no dejes que sea llanto lo que me impida ver tu esplendor.
Noche, ¡oh noche, que ya te alejas!,
escucha la triste queja, la voz doliente de mi ansiedad.
No dejes que se malogre el fruto de tanto empeño.
No olvides al pobre isleño que sufre y canta en el Paraná.
Brilla el Paraná bajo su fulgor.
Noche de cristal; noche de ilusión.
Aguas que se van para no volver,
llevan con su andar mi hondo padecer.
¡Noches. Noches isleñas!
Letra y Música: Pedro Sánchez
Acuarela del río
Un canilla poí una balsa, (Poí , del guaraní, flaco, fino)
una guaina, una flor en el río, (Guaina, chica, muchacha)
un paisaje de cielo
reflejan las aguas del gran Paraná.
Más allá, un camalote va flotando
hacia la orilla que arbolada de sauces
Nos invita a soñar...
Acuarela del río que pintas de luces
mi dulce romance.
En el mundo no hay marco más divino
y bello para nuestro amor, son su sol,
Con sus fúlgidos matices
con su brisa perfumada
en mágico arrebol
de un lento atardecer...
A la deriva el bote va
con mi amada por el río.
Meciéndonos con su vaivén
que acompasa nuestro amor.
Y apoyada en mi hombro
me musita al oído
mientras beso sus manos
completan mi dicha
aromas de azahar.
Acuarela del río (Litoraleña)
Letra y Música: Abel Montes
"Y qué se dice de la tarde, adentrándose en el anochecer... Quietud de manos y ojos reposando de la luz, a la espera de suaves resplandores de las estrellas, o de La Estrella...
Manto continental de penumbras, sumergiéndose, bajo el terciopelo de la noche...en la intimidad de sus caricias..."
Prefiero a los exitosos de entre la "plebe" que estrechan las manos y dan su abrazo, antes que a los que se creen entre las estrellas, y su ceguera encandilada sólo les permite ir para adelante a estrellarse en algún confín.
Y como dijo alguien: "Si un ciego guía a otro ciego..." ¿Cómo sigue?...
Que tu tarde
desde mis ojos vaya avanzando
hacia el sombreado de la noche... esa noche donde tu soledad se adentra aquietada en mi donde silente memoras cuando relumbran nuestras manos en la luz de sus caricias...
Sigo caminando
desde mi sueño
desde este azul tranquilo
inmerso
de celestes brisas...
Recuerdos que conjugan,
crepúsculos y auroras,
donde los amaneceres ruedan
sobre la fusión multiforme
de nuestros cuerpos
y sábanas cómplices
que huyen desentendidas...
Mientras
la noche
a caldeado su silencio
en las estrellas
y resume en su rocío
gota a gota
sorbo a sorbo,
para decantar
su esencia
en cantares y gritos
en el gozo del amor,
esa ávida sed
de la pasión más bella
de todas las pasiones.
En esta mañana que de suavidad pasos lentos tiene... y calidez de tenue brisa que consuela estos remansos que ya en la sangre amenazan con remolinos...
Sofrenada la ansiedad
con fiereza
de racional firmeza,
en la militancia simple
y especial,
el sino de vivir...
Transito las calles rotas
como esos rumbos
de andar sobre peñascos...
Geografías
de montañas y valles,
y desiertos,
donde siempre
algún hospitalario oasis
habrá de ser,
supremo resfuerzo
y aceptada paz.
Y no es que esté muerto de sed,
¡sé vivir con ella!
y sé combatir sin puños.
Sé andar
sobre troncos movedizos
del agreste vergel.
He navegado estanques
de otros mundos,
he vadeado esteros y cañadas
donde serpientes
huyeron de mis pies.
Me he acompañado de cantos,
y de vibrantes cuerdas,
de canoras sinfonías
en la selva umbría.
¡Vivo!
Por que acaso me vale.
Porque estoy.
Porque soy.
Y puedo ver en lo alto
soles y estrellas.
Y puedo ver mis pies...
que si se detienen,
ágiles andan mis sueños.
Domingo y mediodía
avanzan
resonando en sus trajines,
avidez que pasan
lo que en mi ya fue.
Vivo y muero,
que vivir es al fin...
arrastrando en el pecho
los brillos estelares,
anhelantes,
en la modulación
de sus sonrisas,
miradas,
y siembras de amor
que navegan raudas
en los confluidos torrentes
de la gozosa pasión.
Era el silencio, era el misterio
nada existía
ni visible, ni invisible. ¿Dónde estaba el cielo, dónde el aire, el agua? ¡Ausente el mar profundo con sus corales del firmamento la inmensa bóveda! Nada de aliento en aquél caos incomprensible. Sólo el orden de la nada donde... nada, nada boga en la inmensidad. Ni días ni noches con sus reflejos de rosa y nácar. ¡Oh, la bella aurora no aparecía dorando el cielo! Ni cabían pensamientos en las primeras horas del alba. Era sólo sombra, lo que envolvía a las sombras. Y allá , en las tinieblas las sombras callaban en el fondo insondable del vacío y acaso, ningún concepto ni pasado, ni futuro era tal. Nada más, que misterio y silencio. Y éstas son las respuestas a tus preguntas desde la naciente de los días cuando el Todo era la nada y la inexistencia misma de decir, nada en el oscuro pigmento de las tinieblas. ¡Sombras! que pesaban en lo infinito del tiempo y era luz que de tanto ser, era sólo densa sombra. Negrura abarcando lo insondable. Ella era el peso gravitacional que se apretujaba en su centro mientras, en sí misma dialogaba la inteligencia cimentando leyes primigenias. Cada presión, centrípeta y abismal asentaba el estadío de los tiempos energizadas de ecuaciones eternas. Y con otros signos, a su vez en la matriz, se afianzaba el verbo. Con cada grado de presión inteligentes en sí mismo un nuevo elemento diseñabase, para formar el sistema de lo cuántico que todo lo incluye y lo abarca. Acelerada e inexorable ¡descendió! la vorágine de la tormenta. ¡Tempestad devorada en su centro! Llegó el tiempo de la saturación de lo completo donde el crisol ¡intenso! restallaba. Miríadas de vibraciones y zumbidos se aceleraron de repente en intensidad, velocidad, frecuencia ¡apretujándose! en calor, de plasmas oscuros e infinitos. Ahora... ¡Ahora sí! Ha estallado enceguecedor con la energía que todo lo aglutina en el arco iris infinito de las vibraciones, en la formación de las huestes celestiales, explosión acordada y expandida desde el centro mismo de la inteligencia y aquí navegamos, en cada punto bendito del Cosmos ¡humus, esencia, y polvo de estrellas!
"Si acaso algún día sientes que ya te aflige llegar a tu casa, que ya no es el lugar positivo y de paz donde cargar energías, puede que entonces, ese lugar ya no debe ser tu hogar. ¡Arrójate a la intemperie de las estrellas!"
El sueño
"...El sueño, los sueños, son la magia inherente y vital del ser. Ellos nos hacen navegar por la vida, aún desde la utopía, hacia senos y continentes increíbles, hacia lejanas "estrellas". Y sea que lleguemos, (absolutamente posible), o no... entretanto viajamos... ¡Andar! ¡Esa es la consigna!..."