Todo es uno.
Hay un hilo conductor que relaciona a las partes con un todo.
Pero las partes deben hallar una consciencia del Todo...
Un poco de aquí y de allá.
sobre la agenda crítica de los sueños.
Rayo fulminante del miedo
que asalta sutilmente
desde el fondo oscuro de la intemperancia
desmembrando carne y espíritu
cuando el desconcierto apaga
el fuego rectilíneo de las venas.
En el confuso bosque se pierde
el caníbal sediento del deseo.
Las ligaduras de las manos se cortan/
de las sienes abruptas/
de las sombras.
Sólo el amor
apacigua la furia de cielos contenidos.
Tiembla el vellocino de oro
sobre el torso fuerte de los dioses.
Tiembla la ternura
que no puede volcar las caricias de sus labios.
Tiembla el amor
cuando su sino cae
en el hoyo tramposo de la duda.
Fluvial aluvión se quema/
denso/
en las paredes de los túneles cansados.
Sin embargo se fertiliza el barro/
decanta/
sobre tronera de tiempos florecientes.
No permitas/ que la humedad de la tristeza ascienda/ por los capilares dolidos del alma.
No permitas que te entristezca la palabra cortante del adiós... porque no hay adiós.
El amor siempre ronda el mundo en la fresca sintonia del espíritu. Ese amor no sabe/ de dioses ególatras ni de caminos perdidos.
A partir de ahora/ a partir de hoy/ pon en tus manos las flores que generosas se inclinan a tu paso. No dejes marchitarse la emoción valiente de la espera. Dale una sonrisa aromada de tu luz al verdor de los anhelos. Observa/ La vida es una aventura de paisajes infinitos/ Aunque pueden a veces sus follajes herir al corazón.
¿Sientes la melancolía de violines que se mecen en el pecho?... Yo también siento/ Dame entoces el placer de redoblar/ esta apuesta tambaleante de gorriones.
¡Suelta ahora!... ¡Suelta bajo tus pies esas semillas vacilantes del amor! Recogerás los frutos/ Donde sea que vayas. Donde sea que vuelvas.
¡Que noches tan bellas han de ser las noches que te cobijan!
Noches que me dan alas... susurros caricias de brisa calma...
Alas con que vuelo sobre columnas de olas espumantes... Caricias de sus brillos que me anticipan el dulce cantar de tus manos haciéndo cielo sobre las mías...
Esa noche que te posee con sus encajes de lujuriosas diademas, con su cetro firme correspondidos a la pasión en el reino hospitalario de Eros, donde mi ego transita...
Allí tu falda luce con lustres y geometrías ciñendo tus muslos, tus formas, rincones de los altares, en curvas diseñadas de cóncavos y convexos, en hidalguía de la hermosura.
Las cintas de raso... de lazos relucientes que te rodean acarician, ciñen, bellos domos y tus dorsales... alegorías son de mis anhelos rodando en el vórtice azulado de las tormentas.
¡Qué me dirán tus sueños lejana fuente!... Tus sueños que conozco en su piel desnuda. Tus sueños que intuyo desde esos vientos de mar y contramar que nos azotan...
¿Tendrá acaso algo más para decir... una pequeña voz lanzada hacia esta yerma desolación que de tanto saberte amenaza su siembra de un nuevo florecer?
Voy a traerte en el amanecer de mis versos sobre el atavío de la noche en la cúspide floreciente de la boreal aurora donde tangible llegas aquí sobre la luz con que te miro, aquí alborotando espacios sobre mi pecho, cuando a mi boca, dulcemente, la silencias con tus besos.
Antiguo arriero de peces, dorado río,
por tu camino de siglos bajando vas,
desde donde su farol enciende la luna hasta las islas frutales del litoral.
Sus soles tus lomos queman en el estío,
barrancas, islas y playas te ven pasar,
arriba lames las garras de ariscos pumas
abajo reflejas luces de la ciudad.
Canoas isleñas del Paraná,
quiero ser el agua por donde van,
irme cauce abajo, lluvia retornar,
y ser nuevamente río Paraná.
Asoman en tus riberas como otros días
las bellas formas trigueñas del guaraní,
pero revive en el alma de los isleños
la raza vieja que otrora reinara allí.
Quien fuera, me dijo un día mirando el río,
como las aguas tranquilas del Paraná,
que no conservan las huellas de los navíos,
y así las penas del alma poder borrar.
Canoas isleñas del Paraná,
quiero ser el agua por donde van,
irme cauce abajo, lluvia retornar,
y ser nuevamente río Paraná
(Polca canción)
Letra y Música: Edgar Romero Maciel - Albérico Mansilla
"Agua y sol del Paraná"
Por el rio Paraná,
aguas arriba navego.
El sol quema como fuego
en la siesta litoral.
Bordeando el camalotal:
pacu, surubí dorado
van navegando a mi lado
por el rio Paraná.
La canoa lenta va
hiriendo el pecho del río,
sauce triste, ceibo mío,
en sus orillas está.
Azul el jacarandá,
aromó sus ramas de oro,
derramando su tesoro,
sobre el río que se va.
El agua me ha de llevar;
nadie sabe hasta que puerto;
hay solo un destino cierto:
la pampa amarga del mar.
Viejo río Paraná:
aguas marrones y bravas
y en lo alto crestonadas
no terminan de silbar
Tristeza me da el ceibal,
sangrando sobre el verano:
si parecemos hermanos,
en el modo de llorar
Ya mi canción se me va,
aguas abajo del río,
mientras sigo mi destino
remontando el Paraná.
Rio arriba, rio va
contra la oscura corriente
agua y sol sobre mi frente
agua y sol del Paraná.
Letra: Miguel A. Brascó
Música: Ariel Ramírez
El jangadero
Río abajo voy llevando la jangada,
río abajo por el alto Paraná.
Es el peso de la sombra derrumbada,
que buscando el horizonte bajará.
Río abajo, río abajo, río abajo:
a flor de agua voy sangrando esta canción.
En el sueño de la vida y el trabajo
se me vuelve camalote el corazón
Jangadero, jangadero:
mi destino por el río es derivar
desde el fondo del obraje maderero,
con el anhelo del agua que se va.
Padre río, tus escamas de oro vivo
son la fiebre que me lleva más allá.
Voy detrás de tu horizonte fugitivo
y la sangre con el agua se me va
Banda, banda; sol y luna; cielo y agua:
espejismo que no acaba de pasar.
Piel de barro, fabulosa lampalagua:
me devora la pasión de navegar.
Jangadero, jangadero:
mi destino por el río es derivar
desde el fondo del obraje maderero,
conn el anhelo del agua que se va.
Letra: Jaime Dávalos
Música: Eduardo Falú
"El Paraná en una zamba"
Brazo de la luna que, bajo el sol,
el cielo y el agua rejuntará.
Hijo de las cumbres y de las selvas,
que extenso y dulce recibe el mar.
Sangra en tus riberas el ceibo en flor
y la pampa verde llega a beber
en tu cuerpo lacio, donde el verano
despeña toros de barro y miel.
Mojan las guitarras tu corazón,
que por los trigales ondulará.
Traen desde el Norte frutal la zamba
y a tus orillas la dejarán,
para que su voz, enamorada de la luz carnal,
arome tus mujeres, Paraná.
En campos de lino recobrarás
el cielo que buscas en la extensión.
Padre de las frutas y las maderas:
florece en deltas tu corazón.
Verde en el origen recorrerás,
turbio de trabajo la noche azul
y desde la luna, como un camino,
vendrá tu brillo quebrando luz.
Río Paraná:
Tu brisa fresca respirando yo estoy.
Y canto al verte, tal vez por suerte,
cruzando el puente Brazo Largo
Y al ver tus costas verdes
en un sin fin perderse,
sentir estoy deseando lo que
sienten tantos,
que tus márgenes habitan.
Cantaba al remar, en su canoa a
ritmo firme el pescador.
Que hurga en tu vientre, buscando suerte,
como ayer, mañana ó pasado.
Tal vez arrastre hasta la orilla,
la corriente,
esta canción que yo te canto
desde el puente.
Cuando me voy a la Provincia de Entre Ríos,
en canción te lo digo,
Paraná río querido.
Cantaba al remar,
en su canoa a ritmo firme el pescador.
Que hurga en tu vientre, buscando suerte,
como ayer, mañana ó pasado.
Tal vez arrastre hasta la orilla,
la corriente,
esta canción que yo te canto
desde el puente.
Cuando me voy a la Provincia de Entre Ríos,
en canción te lo digo,
Paraná río Argentino.
Río Paraná.
El río me dirá si aún existe
con su voz de cristal entre las flores
él me ha visto en sus aguas endiosadas
y ha borrado de mi piel la oscuridad.
Tan lejos estoy de estos
paisajes tan lejos de su amor y su bondad
que parece que es delirio mi deseo
de borrar esta niebla de orfandad.
Y volver de nuevo a aquellos días
a mi río, a mi selva montaraz,
caminar de nuevo entre las flores
en las costas del bravío Paraná.
Jorge Cafrune
Noches isleñas
Noche, ¡oh noche de luna bella!,
poblada por mil estrellas baña las aguas del Paraná.
Noche, ¡oh noche de dulce ensueño!,
que sos para el triste isleño fiel compañero en su soledad.
Noche, ¡oh noche que al alma hechiza!,
tu suave rumor de brisa tiene frescura de manantial.
Se eleva hacia el infinito un canto agreste y sentido:
un canto que ha florecido entre ceibos, sauces y flor de azahar.
Brilla el Paraná bajo su fulgor.
Noche de cristal; noche de ilusión.
Aguas que se van para no volver,
llevan con su andar mi hondo padecer.
Noche, ¡oh noche de luz y calma!
haz que ilumine mi alma la claridad de tu resplandor.
Noche, ¡oh noche de tenue encanto!,
no dejes que sea llanto lo que me impida ver tu esplendor.
Noche, ¡oh noche, que ya te alejas!,
escucha la triste queja, la voz doliente de mi ansiedad.
No dejes que se malogre el fruto de tanto empeño.
No olvides al pobre isleño que sufre y canta en el Paraná.
Brilla el Paraná bajo su fulgor.
Noche de cristal; noche de ilusión.
Aguas que se van para no volver,
llevan con su andar mi hondo padecer.
¡Noches. Noches isleñas!
Letra y Música: Pedro Sánchez
Acuarela del río
Un canilla poí una balsa, (Poí , del guaraní, flaco, fino)
una guaina, una flor en el río, (Guaina, chica, muchacha)
un paisaje de cielo
reflejan las aguas del gran Paraná.
Más allá, un camalote va flotando
hacia la orilla que arbolada de sauces
Nos invita a soñar...
Acuarela del río que pintas de luces
mi dulce romance.
En el mundo no hay marco más divino
y bello para nuestro amor, son su sol,
Con sus fúlgidos matices
con su brisa perfumada
en mágico arrebol
de un lento atardecer...
A la deriva el bote va
con mi amada por el río.
Meciéndonos con su vaivén
que acompasa nuestro amor.
Y apoyada en mi hombro
me musita al oído
mientras beso sus manos
completan mi dicha
aromas de azahar.
Acuarela del río (Litoraleña)
Letra y Música: Abel Montes
Hoy, la lluvia que cae blanda
con el grisáceo rumor en los ojos,
que se afianza,
con esa cristalina sed de mi pecho,
sed de tus ojos
sed de tus manos...
Esa que cambia a ritmo lento mis pasos,
los pasos del alma ansiosa
y obliga un poco a transmutar
en curativo adormecer del corazón.
Hoy la lluvia que es buena,
mirándola desde este lado de mi río,
como arpas que en sordina suenan,
acomodando sus gotas
en notas y refugio...
Baja, el galope de esta marcha
a trote leve que suaviza el sueño,
refresca los párpados en su húmedo rozar.
Hay andares como rocío leve,
como cantares despejando el alma,
como esta lluvia que resigna esperas
y se vuelve sonrisa...
como aquella que musita tierna,
y en mi ser,
hoy llueve.
Fueron nuestros días
subrepticio canto del silencio.
Ronda de celestes sonoridades.
Completo programa de un concierto
de humildes himnos/
cantos/
e ignoradas tragedias bajo la piel
acrisolando el alma.
¡Y es así como suena la vida!
Este estanque en el Universo/
donde reverberan los ecos
de brillantes soles/
nubosos horizontes.
Agradezco tus sonrisas
(aunque abemoladas)
pasaron el riesgo de las cuerdas
que más no se pudo tensar.
Agradezco a tus manos/
Fortalecieron los bastiones de mi espíritu.
Este espíritu que envuelve
a un ángel veleidoso
que transmuta en aire de palabras
esta dicha sufriente de vivir.
Llevo en el diapasón de mis huesos
tu corazón
su pianissimo acorde
que sonó sobre mi piel
cuando aletargaba
sus espacios de suspiros.
Que me miren tus ojos...
que ya los míos...
tranquilos
en este prolongado calderón...
que no dice
cuál es el compás que sigue/
cuál el que empieza/
Podré ejecutar
en un rincón tal vez
este mordiente chispeante de mis ojos/
Se notará/
en la sonoridad rallentada de violines.
En el fondo de esta sala de armonías/
ya se dieron a silencio
las cajas oscuras de los bajos/
sólo el aire vacío suena
de las gaitas distendidas.
¿Ves/ oís/
la campanilla suave de mi sonrisa
que atornilla el aire
para calmar tus ojos
y la ansiedad dolorosa de tu pecho?
¡Mira, no son culpas
estos golpes de timbales en nuestros oídos!
Sólo son sones/
que tañen
los duendes musicales del aire.
Oye, es imposible parar
este concierto beethoveniano.
Golpes violentos del amor.
...el silencio también es música/
música que fluye
cósmica y terrena
en la voz profunda del alma.
...Miremos el arroyo
este sinuoso devenir del tiempo...
nada más, percibamos
el perfume abrillantado
en estas notas del concierto.
Siembra de sueños derramó la vida
sobre los surcos del tiempo
donde las flores quisieron brillar.
La extensión de la esperanza
se fue desdibujando
entre pedregales y peñascos.
Fue cayendo/
perdida en el lodazal del odio
luego del canto y el llanto/
silbando con el viento dolorido.
Las dudas por doquier espinaron los valles.
Un delta oscuro
de frutales derrochados
fue entregando la corriente
sobre cielos y tierras.
Era la maldad un torrente
perfumado de sangre.
Los trigales muertos bajo el horror
de asesinos incendios del alma.
...Y fuimos sombras allá
recogidas de temor/
vulnerables/
a las hachas gigantescas
en manos invisibles…
Los continentes quedaron vacíos/
prestos a volcarse
hacia el horno oculto del mar.