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domingo, 3 de enero de 2016

Momentos

Camino,
rodando sobre sangre lenta,
sobre los pasos muertos de la tarde,
sobre las hojas secas,
agrisadas, de vientos inmemoriales.

Camino con la inercia de este andar,
bajo los ralos tallos de esta vejez,
la de los apremios...
persistencias de los olvidos.
Con el sabor en la espalda,
de salares amanecidos...
Camino lentamente,
como en tobilleras de condenado.

Camino,
y acaso no es caminar
sólo inercias en el turbón de las penas,
un resto de carbono en el silencio,
aberración del paisaje
donde aquellos ojos murmuran desesperados
como brazos de auxilio sobre un pantano,
como gritos impotentes en la distancia.

Camino, sobre esta vereda interminable
bajo el vigor de nubarrones
que nos alejan de la esperanza.

Camino sobre la espera
en la incertidumbre de los días
donde prerrogativas del sol decida
si habrá de secar pantanos, acaso,
o si secará la vida.

Ya no sé si camino.

Autor: Juan Carlos Luis Rojas

"Momentos"Camino, rodando sobre sangre lenta,sobre los pasos muertos de la tarde,sobre las hojas secas, agrisadas,...
Posted by Juan Carlos Luis Rojas on domingo, 3 de enero de 2016

viernes, 5 de agosto de 2016

Permanecerá el amor


Aquietadas ahora
las ramas sacudidas
por el viento del día...
los momentos continentes...
sumatoria de instantes
en las raíces
de este árbol sediento...
Ahora un breve posar, reposar,
sobre la grama verde del tiempo
la que trunca los signos del otoño
suavizando su tristeza.

Un respiro de alas,
fragancias inspiradas,
tenue brisa de los segundos
y un suspiro
medido desde tus ojos...
y a seguir el vuelo
tras los nutrientes
con que tu corazón me besa.

Estallar un vano
que de por sí hueco
en la escalera del tiempo,
que lleno de siembras,
olvidadas...
esas que se deslizan ahora
por el aire remecido de la memoria,
emergiendo en nostalgias
desde sus brotes.

Y es un horizonte...
casi fantasmal el que aparece...
¡Tanto tiempo!
tanto viento
tantos pasos...
¡Tantos soles 
en la negrura de los días!...
Tanto dolor acrisolando el alma.
Tanto amor
que nunca pasa...
No pasará jamás,
aún
ante tanto odio 
en tanto mundo 
desmedido.

miércoles, 5 de septiembre de 2018

Artificios de la luz

Existe lo noble del ser humano que transita hacia un sentido de misión, a pesar de las tristezas, a pesar de las desesperanzas.
Porque muchas veces hay desesperanzas; desesperanzas que ovacionan, que fulguran torpemente. Y esos artificios de la luz son lícitas, sólo en su propio salvaguardarse de la amargura... La alegría no es totalmente completa mientras, cerca o lejos, haya humanos desgarrándose, en salvaje o inexistente raciocinio...
A pesar de todo ello hay noblezas que avanzan, aún con el espíritu mutilado, sin celebrar alegrías definitivas y falsas; ni tampoco truncos bajo la impotencia. Aunque a veces,... tantas veces, nos haga caer el dolor...
Es cuestión de ceñirse con los pertrechos de la fe, y avanzar, con ese sentido de misión, a pesar de las tristezas.
Juan C. L. Rojas

QUO VADIS, DOMINE?

Una vez más
los campos de la historia necesitan fulgurar.
Desterrar la fronda opaca
de mercadotecnias sin victorias.

Crece desnutrida
la ovación desfalleciente de la esperanza
en claustros entumecidos del intelecto.

Aleluya de ángeles se oyen
en el confín de los desiertos
cuando hallan manantiales...
Humilde sabiduría del sentir
y ese instinto azul de los cielos.

Sólo ennegrecer/
es la consigna de sofistas
que construyen bibliotecas adormecidas.

Oscurecer en la ignorancia
es el camino y el fin
en la estética de la nada.

¿Es en vano esta voz cerrada que suplica
entre el follaje acidulado?
¿Será muralla triturada por las bombas
la sordera del espíritu?
¡Tapia derruida habrá de ser
bajo la lluvia amarga de los tiempos!

"El fin, no son muchos libros,
dijo el sabio,
lo que el hombre siembre
eso es lo que segará".

"Quo vadis, domine?..."

Se fortalece en la impotencia
esta fusta granate de la indignación.
Y habrán de templarse los aceros
para aserrar
el duro tronco del ego.
Ya no puede desandar
esta obvia evidencia del estrago.

Todavía se discuten los destinos
en la corriente de la historia...
¡y el destino es hoy!
sonando bajo los pies.

Quo vadis, domine?...
Fue la pregunta al andante,
quien sin contestar
ajustó su abrigo
inclinó la cabeza
y triste muy triste
siguió su camino.

Autor: Juan Carlos Luis Rojas
http://remerofantasmal.blogspot.com.ar/

miércoles, 6 de julio de 2016

Fugaz

Y qué se dice de la tarde,
adentrándose en el anochecer...
Quietud de manos y ojos
reposando de la luz,
espera suave,
paciente,
al resplandor de las estrellas,
de La Estrella...
que brilla y ronda
en mi sendero
suburbial.
Manto continental de penumbras,
sumergiéndose,
bajo el terciopelo de la noche...
en la intimidad de sus caricias...
Y que se dice de la tarde
que te tiene
en sus ojos sorprendidos,
desprendidos del rostro del amor...
tímido candor
teñido del ocaso.
Y no es un ocaso
ni tu nombre
ni tu rostro...
con esos ojos tuyos
que parpadean en el éter
acercándome en sus ondas
la presencia viva
de tus manos
en las mías.
...Y qué diré de la tarde
donde creces en mi pensamiento
cuando no apareces,
apareces,
desapareces,
entre esas nubes tímidas
que te celan...
Y es cuando la luna
velada de rocío
me hace un guiño
para al fin
enviarte hacia mi
en el regocijo
fugaz
de un sueño.

viernes, 12 de octubre de 2018

Duende

Baja la balsa lenta
   sobre el papel ambarino/
      donde discurre un pentagrama de lirios.

Emerge del fondo oscuro
   /tras el sol/
los blasones encendidos
   de los sauces...

Y se bebe el mar
   esta ignota canción del recuerdo.

Este paisaje de manos y ojos
   acaricia mi frente
      cuando te pienso.

Sé que has escondido estrellas
   bajo tu cielo tímido
y he aquí
que insondable el amor memora/
(Mientras perfuma el aire
   ese suave ondear de juncos)

¡Oh, complicidad!
Pequeño duende de mar.
Haz eterno
   que transmuta aquí en mi pecho.

Autor: Juan Carlos Luis Rojas

https://todo-es-uno.blogspot.com/search?q=canción

viernes, 26 de febrero de 2016

Ventanas

Disculpa
pero esa mirada
con que me miras
deseo consumirla...
atiborrarla en besos.

Entiende por favor,
¡consumirla!... 
en el buen sentido,
con mis ojos de sentirte,
con el sabor deseante,
el deseo bien nacido
y bien humano,
con el placer de amar
con la bendita licitud
del fuego de amarnos.

Y es que,
 además,
tus ojos bajan
envolviendo tu ser
con el papel de la ternura
con la tersura abierta
de la justa calidez
encerrada en tu piel
en las crujientes alboradas
donde sueñan las esperas...
y lo entregas a mi alma
a través de mis ventanas
que así, también te miran
y en sí mismo,
consumiéndose van.

Autor: Juan Carlos Luis Rojas

sábado, 13 de febrero de 2016

Por esta sonrisa



                                                    Imagen de internet:
                                                                     http://maryleydihernandez.blogspot.com.ar/2011_06_12_archive.html


Y todo es nuestro al fin... 
La vida que nos trae,
la muerte que nos lleva. 
Muramos cada día
viviendo un poco más,
vivamos con todo el sabor
de sentirnos a pleno
aún en ese morir...
Fuerzas que nos jalan,
que nos impelen,
que nos bajan                                             
y nos levantan.                                                                                                                       
Y nada se pierde                                            sólo se transforma... 
Vivamos como el último día,
y con el gozo seguro                                      de una sonrisa en los labios.                                  
Autor: Juan Carlos Luis Rojas                                

sábado, 15 de octubre de 2016

De otras maneras, madre

Desde que hubo el temblor
en la primera alborada de la semilla...
y cuando en el cosquilleo de la sangre
declamó la emoción sus sinos y misterios...
hubo el sabor anticipado de los besos
¡creciendo!
con el húmedo resplandor en los labios.

¡Y luego las manos!
tanteando en el vientre las caricias venideras,
tanteando los pasos de un tierno palpitar...
¡Pasos!...
sacudiendo la pereza de los días
hacia un renuevo de esperanzas y de sueños.

¡Madre!
De muchas maneras, madre.
La que pudo y aquella que no
y sin embargo el arrullo de amor
fue un poema
desliéndose en su pecho.

La que fue y no fue...
Donde la historia hizo un jirón
y el desapego hecho un desgarro
donde dar, acaso,
fue vida y alas...
donde la poesía de vivir
perduró su canto
con el dolor,
con el perdón,
con el amor.

Que se iluminen entonces
sus ojos de crepúsculos,
con la chispa de la algarabía,
con la estirpe piadosa del canto
en la comprensión de lo divino
y perfumada bendición.
¡Felices sean tus días,
de cualquier manera,
madre!

Autor: Juan Carlos Luis Rojas


miércoles, 6 de enero de 2016

A la intemperie de las estrellas

"Si acaso algún día sientes que ya te aflige llegar a tu casa, que ya no es el lugar positivo y de paz donde cargar energías, puede que entonces, ese lugar ya no debe ser tu hogar. ¡Arrójate a la intemperie de las estrellas!"

Autor: Juan C. L. Rojas




A la intemperie de las estrellasSi acaso algún día sientes que ya te aflige llegar a tu casa, que ya no es el lugar...
Posted by Juan Carlos Luis Rojas on miércoles, 6 de enero de 2016

jueves, 5 de enero de 2017

Tal vez

Y quien será  ese
a quien le sueñas y le esperas,
y crees que ni te sueña
ni te espera,
así como también te sueño
y te espero,
yo...

Autor: Juan Carlos Luis Rojas

miércoles, 24 de octubre de 2018

Paradojal

Un estilete sanguinario retoma el blanco
    centrado en el corazón donde la llama resiste.
Y el salitre florece en las grietas cansadas.

Asustan los abismos de ecos que se mecen/
    aquí dentro/
        en las cavernas cristalizadas del cuerpo.
Sombras aletargadas.
¿Fortalezas invencibles acaso?
Regimiento oscuro
    que presenta sus armas
        en este incierto batallar.

Río revuelto
    de inmemoriales y opacas turbulencias
        es mi tierra desangrada.
Y es por alzar banderas
    que suelen enemistarse los hombres.

Son golpes de espumas
    lo que truena
         en las costas sedientas.
Es antinatural lo que coarta al alma.

Paradojal esta conjunción de brazos
    que luchan/
desde la naciente misma
    de la semilla.
Paradojal el coloreo microcósmico
    de la fruta madurada.
Paradojal el diseño de arabescos
    sobre andamiajes y cornisas.
Paradojal mi canto/
    que pretende
        (ya en las postrimerías)
            estos vagos himnos de esperanza.

Una vez más
    son pétalos adormecidos en el temor
        los lazos rotos de las manos/
mientras el camino
    suele ser... ¡larga siembra de llagas!

No son los médicos
    quienes curan el corazón
sino la mirada amorosa
    de los ojos que se acercan.
¡Qué duro es convencer
    a los ángeles malditos
        de la alegría!

Te repito una vez más/
¡Que no te confundan mis ojos!
    si juegan/
en la luz de sus sombras.

AUTOR: Juan Carlos Luis Rojas

domingo, 12 de junio de 2016

viernes, 8 de agosto de 2014

Carroza de fuego - (Narrativa de Juan. C. L. Rojas)


La soledad, el aburrimiento; ver que todo el mundo se divertía mientras él estaba confinado entre esas murallas, le producía a veces intensas ganas de escapar. 
A la imperiosa necesidad de libertad se agregaba el fuego de la adolescencia, apremiándole, transmutándose en formas de travesuras y trasgresiones.  Recordó que era la última fecha de corsos y comparsas.
“De todos modos voy a ir”, pensó, “aunque se entere el gringo... es probable que algún vecino chismoso le cuente”. 

La sombra de la tarde caía sobre los naranjales; la quietud calurosa del día sumaba también al caldero de sus pensamientos.  -¡Iré de todos modos! –se dijo en voz alta reafirmando la decisión.  La fuerza del anhelo pudo más que el temor a las palizas y se preparó para viajar. A las nueve de la noche partiría el único micro hacia la capital correntina. Sin embargo, cuando se acercó a la salida, le sobrevino la duda consumiéndole minutos que no le sobraban.  -¡Maldito ruido del portón! –murmuró. “¡Es irremediable! ¡El doctor se va a enterar!”, pensó. Quedó paralizado.

La opresión implacable suele construir al miedo. Ese temor creaba en él la sensación de estar perseguido, pero su voluntad volvió a la carga; observó hacia un lado y el otro, se trepó al muro y saltó hacia la calle. La paranoia lo acompañó en la forma de muchos ojos que lo perseguían; pero avanzó deprisa, escapándose.  

“Almacén de ramos generales de Sáez y Cia.”, decía el letrero bien grande sobre la entrada del comercio. Un micro con el motor encendido, parado en la boca del galpón contiguo al negocio, le hizo acelerar el paso. Se dirigió a quien parecía ser el chofer, que esperaba fuera del transporte.
-¿Para ir a Corrientes, señor? -le preguntó. 
-¡Allá tenés que sacar pasaje, pibe! ¡Pero dale que nos vamos!
 –“Este se piensa que uno nace sabiendo”, pensó, mientras caminaba a sacar el pasaje. 
“Ya estoy en marcha, ¡deténganme si pueden!”, pensó, al tomar asiento. Su respiración y actitud denotaban sentido de logro. Ya no tenía la molestia de la indecisión rondándole en la mente; pero estaba aturdido, excitado en su alegría. No operaba en él otra cosa más intensa, que la fuerza de atracción por la libertad compeliéndolo entre las fibras del riesgo.  
-¡Pasajes! –se oyó en los asientos de adelante. 
Esa voz, elevada por sobre el murmullo de las conversaciones, cortó de manera abrupta sus pensamientos. Se puso lívido. Su palidez se enfrentó a la sonrisa burlona de quien avanzaba por el pasillo con un talonario en la mano.   
-¡Boletos!...¡Conque yendo de farra, eh! –le dijo el inspector, inclinándose sobre él mientras cotejaba los papeles. Atinó a esbozar una sonrisa tímida como respuesta, mientras pensaba: “¡Este chismoso metido! ¡Seguro que le va a contar al padre! ¡Ese viejo burlón, cuando se encuentre con el alemán!... ¡Se va a enterar!  Mientras pensaba esto, ya no veía a su interlocutor que aún estaba allí verificando el talón de pago, si no al panorama de su imaginación, donde se miraba a sí mismo, bailando al compás de las patadas y sopapos del alemán, propinadas como castigo por el paseo clandestino. La paranoia le hizo sentirse otra vez blanco de las miradas, pero dio un vistazo como al descuido y observó que había otras personas entre los pasajeros a quienes también conocía. Al verlos pensó: “Al fin de cuentas todos están ocupados en lo suyo”. Se recostó en el respaldo relajándose. 

Cuando llegaron no tuvo necesidad de preguntar la dirección del corsódromo; por las conversaciones que escuchó mientras viajaba, supo quiénes de los pasajeros se dirigían hacia allí y los siguió.  A medida que caminaba las pocas cuadras, los condimentos de la emoción dosificaban en su cuerpo la adrenalina que le hacía brillar los ojos y le daba un leve cosquilleo en el estómago. Música, serpentinas y luces acentuaban el clima de ambiente festivo; de algún lugar venían a mezclarse sonidos de percusión. Deprisa se metió entre la gente filtrándose hasta el centro más tumultuoso. Buscaba un lugar cómodo, donde pudiera ver; el apretujón le hacía transpirar y andar errático. Logro ubicarse, por fin, cerca de un grupo de chicos, tal vez por casualidad, o más bien porque sus ojos fueron arrastrados hacia allí con un imán poderoso, que doblegó totalmente sus miedos y pudores.

La niña (no tan niña por las curvas ostentosas y su modo de mirar) se contoneaba rítmica y delicadamente al son de la música. Toda su actitud era una inequívoca y graciosa invitación a lo sensual. 
-¿Y este deleite de mango maduro? –murmuró, mientras apuntaba sus ojos en el centro mismo de la mirada femenina que se desvió, luego de detenerse un instante en él. 
-¡Qué me importan las palizas! –murmuró otra vez-. ¡Todo lo que me habría perdido si no venía! 

La murga que inició el orden del desfile, aumentaba el sonido de parches y batientes al acercarse;  cada golpe de los tambores era también una excusa más para el acercamiento y el roce de los cuerpos.  Ahora la mirada de la niña volvía a él y entraba sin recato en el alma de sus ojos, en su sangre; dándole además la yapa de una sonrisa que inducía en sus deseos le interpretación de permisos inconfesables. 

-¡Tengo que acercarme un poco más! -se dijo, entre divertido y ansioso.  Volteretas de payasos ruidosos delante de la marcha, los distrajo por un momento del hechizo erótico. La comparsa, Copacabana, avanzaba con bailes y cánticos, entre brillos y luces, al compás de ritmos delirantes y estruendos, que cargaban molécula a molécula la libido adolescente. En lo alto de la carroza, la reina movía la hermosura de su cuerpo, vestida de tenues plumajes, al tiempo que parecía sonreírle a cada uno de los espectadores, de quienes se veía la respuesta en la excitación de sus ojos.  Pero Juancito Gómez, ya no dedicaba atención a esa belleza encumbrada en la sensual carroza de fuego, colmada de luces y ornamentos. Su generoso embeleso estaba allí, en la niña que cercana a él, no sólo le extraía sonrisas, sino también, le ponía burbujas en la sangre, susurros en los labios, que aunque no se escucharan con nitidez, ambos lo entendían.  Rozaron sus manos dos veces; a la tercera sensación de tibieza sobre su dorso, él tomó la de ella, mientras todo parecía moverse en la vorágine enloquecida. Ya no tenía noción de tiempo; sólo sentía instantes placenteros sucediéndose sin conciencia de transición.
“¿En qué momentos fue que la tomé de la cintura?”, pensaba embriagado de éxtasis, sonriente. La relación fluía sin esfuerzo, como el desenvolvimiento normal de la naturaleza. 
-¡Vamos! –leyó él en los labios de ella, que señalaba  la tarima donde se apoyaban sendos bafles.
Sin dejar de bailar, sin soltarse la mano, fueron desplazándose hacia ahí.
No tardaron los besos. Sin remordimientos se olvidaron del mundo.  Otra comparsa desfilaba ahora, entre serpentinas, espumas y matracas. Este grupo tenía más agilidad en el ritmo musical y el movimiento coreográfico. Mientras Copacabana se manifestaba en la suntuosidad de los atuendos y ornamentos, Ara Verá sobresalía en la belleza de las figuras del baile y de las jóvenes, enfundadas en su propia piel, con alguna escasa vestidura y brillos relucientes.  
Recostados en la tarima, él y la niña, vibraban acorde el sonar de los altavoces, pero también ellos estaban en sintonía y resonancia entre sí. El lenguaje de la mirada sugestiva de la niña otra vez actuó y Juancito Gómez entendió el favor de las circunstancias; ambos se sentaron a descansar (si vale como excusa), sobre una madera que unía las patas del mesón; pero eran ciegos espectadores del desfile; tal vez alguien lo era de sus besos.
Un hule misterioso, inesperado,  que cubría la parte libre de la tarima y que rozaba sus cabezas les llamó la atención.  
-Agarrá la tela con tu mano derecha  -le dijo él, al oído, mientras hacía lo mismo con su mano izquierda. Ella sonrió con ganas al darse cuenta de la picardía.
Fueron jalando el paño detrás de sus espaldas.  -Un poco más -le pidió él, y el hule tocó el piso. 
Algo continuaron hablando cada uno en el oído del otro, mientras la carroza de Ara Verá se acercaba lenta y monumental. Ambos se hallaban prestos y ansiosos, con su mano aún aferrando el orillo de la tela. Él observaba el desplazamiento de la sombra de la carroza; sombra que barría con lentitud al gentío en las primeras filas de las gradas; la gente embelesada dirigía sus ojos a lo alto de la muestra rodante, pero la atención de los jóvenes era algo simple: nada más que la ubicación de la carroza y su sombra al desplazarse, lo que ahora ya pasaba sobre y delante de ellos; y entonces con un sólo movimiento de sus brazos se ocultan; mientras una oscuridad barre el hule, y otra los cubre en su pequeño universo íntimo.  Rieron sólo unos instantes bajo la cubierta del pliego y los tablones; luego transformaron su risa en susurros, besos y caricias.
Se hallaban hundidos en el abismo del bullicio que ya no oían; solo sentían el placer en la paradójica comunión de jadeos y gemidos.   El camino sonoro de la noche fue perdiendo decibeles; fue menguando la intensidad de la algarabía; los ojos se alargaron en la despedida indeseable y golpeó el adiós impertinente a un momento juvenil sin preguntas y sin respuestas.
Ahora el regreso, con la soledad del pensamiento donde la niña aún permanecía en imagen, su cuerpo, sus ojos. 
Bocinazos insistentes le hicieron levantar la vista del suelo. Del Jeep, que en el medio de la calle aceleraba su partida, veía la efusividad de unas manos agitándose en una ventanilla; el saludo provenía de una silueta joven de mujer.  “¡El Jeep del intendente!” murmuró, mientras respondía al saludo.
“¡Es María!”, se convenció regodeándose entre incrédulo y regocijado.  Su amor inconfeso de séptimo grado, oculto en su corazón, la dueña de la mirada más hermosa, la que apoyaba el rostro en el pupitre sobre su brazo para mirarle desde una punta de la sala hasta el otro extremo donde se ubicaba él, ¡estuvo allí mismo, entre ese gentío, y no pudo verla! ¡Ahora va ahí, atrapada en el auto de su padre, el intendente de Paso de la Patria con quien trataba el alemán!

Su actitud oscilaba de regocijo a preocupación, de preocupación a regocijo. ¿Se enterará su tutor mediante esta nueva vía posible del chisme, acerca de  la travesura de haberse ido a Corrientes sin permiso?.  El viaje de regreso fue calmo y adormilado, pero con gran actividad de sus cavilaciones.  “¡Me saludó tan efusivamente!... ¿Será que me quiere?... Y yo jamás le dije lo que siento por ella, ¡qué bobo!... Pero esta... ¡qué regalo de carnaval!... Ofelia...  ¡Qué nombre, pero qué linda!...¡ni siquiera le pregunté la dirección!... Para qué, si nunca podríamos vernos. ¡Oh, Dios! ¡Qué es esto que se siente! ¿Gané?... ¿Perdí?... ¿Es placer o es angustia recordar? Otra vez el encierro, esperar... cuando sea no sé qué...”. 

Al llegar ya despuntaba el alba; entró sin recaudos ni temores. Presuroso acomodó todo en la casa, para que no muestre el aspecto de haber sido abandonada.   Pasada las ocho y media de la mañana, sonó una voz, llamando desde la vereda, frente al portón. 
-¡Juancito! ¡Abre!  Era el alemán; el doctor regresaba de su turno de trabajo en Isla del Cerrito.  Ese día transcurrió normal; en el siguiente se desencadenó lo que temía.  
A mitad de la mañana vio ingresar al intendente, acompañado del alemán, con unos papeles en la mano. Les oyó hablar acerca de la protección del hospital de Paso de la Patria por la peligrosa crecida del río. 
-¡Juancito, trae un asiento! -ordenó el doctor. El adolescente cumplió la orden y saludó inclinando la cabeza; seguido siempre de la atenta observación de su tutor. 
-¡Así que te fuiste a divertir anteanoche! –dijo ingenuamente el visitante con intención de entablar un diálogo con el joven, que demudó su rostro al instante. 
-¿Cómo? –preguntó el doctor, levantando de inmediato la cabeza con clara actitud de haber sido burlado. El adolescente ahora cambió su color, del pálido al rojo. 
-Nos vimos en el corzo... ¡bueno, el chico tiene que divertirse doctor! –dijo el intendente, tratando de enmendar el error involuntario de haberlo delatado. 
-¡¿Con el permiso de quién?! –vociferó el alemán, dando dos pasos hacia el chico. Este sintió un agudo dolor en el oído al ser jalado con fuerza desde el lóbulo de la oreja en una media vuelta alrededor de su verdugo. 
-¡O te enderezo, o te rompo! ¡Ya verás! –concluyó el alemán, dejando incertidumbre en cuanto a si concluyó, o no, el castigo.  

Lo que definitivamente no concluyó, era algo en lo profundo del espíritu o del alma del niño,  algo que tenía y faltaba al mismo tiempo.   La niña del corso no desaparecería de su mente pero ya no tendría cómo contactarse. Era una puerta más, de esas misteriosas, que se abren hacia el vacío. Vacío que quizás, algún día, signifique su libertad.


AUTOR: Juan Carlos Luis Rojas



jueves, 23 de marzo de 2017

Desde el cartón

Puede
que hoy nazca
    desde el cartón desechado
        la hoguera de la vergüenza.
Leño encendido en los corazones/
Manojo apretujado
    que acopian las penumbras.

¿Nacerá también
    algún día
        la dignidad de sentir lo hermano?

¿Nacerá la compasión
    a lo próximo y desesperado...
y en algún rincón de la conciencia
    una chispa casual de amor?

Laxos están los músculos
    desgarrados/
        para mitigar
el galope impaciente del hambre.

Niñez desguarnecida.
Adolescencia resignada a lo casual/
a la ingratitud de la fortuna/
al arrojo sobrante del mendrugo.

Ojalá nazca desde el cartón
    la dignidad
y al menos por una vez
    el sudor del poderoso.  

Autor: Juan C. L. Rojas
https://todo-es-uno.blogspot.com.ar/search?q=hambre

miércoles, 11 de febrero de 2015

Marcha de fiscales, homenaje a Nisman

18 de febrero 2016

Me indigna sobremanera que a un año de la muerte del fiscal Nisman, aún no haya un camino cierto hacia un justo veredicto, al menos un atisbo de salir de la forma mamarrachesca actuada.
Me indigna que, AÚN LA "INVESTIGACIÓN" ESTE TRANSITANDO FORMAS RIDÍCULAS DE "CONCLUCIONES" DE LOS OPERADORES JUDICIALES (y no por Nisman, en si, sino por la gravedad institucional que esto significa).


‪#‎Nisman‬ ‪#‎BusquemosJusticia‬
Además de muchas razones que contemplo, separo simplemente esta:
Creo que se debe apoyar la marcha de homenaje y consideración, al macro evento lamentable de la muerte del fiscal, Natalio Alberto Nisman, por todo lo que implica.
En especial, debido a la falta de consideración de las altas esferas del poder político de turno, dado que no le ha dado la suficiente entidad a tal suceso, sino que, a vistas y manifiestos, ha sido todo lo contrario: le han respondido con procederes injuriosos y lamentables.
Esta marcha debería estar al margen de banderías políticas, pero que desde ya descuento, que algunos participarán con motivaciones partidistas.
Creo que la ciudadanía en su conjunto rechaza esto último, pero nuevamente estoy convencido, que en esta ocasión, pesará más el sentido de justicia que el egoísmo. Ojalá sean las motivaciones de lo primero y más elevado, las que primen por sobre lo sectorial.
Si bien, dejo al margen las consideraciones sobre las formas de esta muerte, (que ojalá pueda determinar bien la justicia), no se puede negar todo el trabajo, el sentido del deber, y la valentía del fiscal Nisman, durante el desarrollo de su labor en las condiciones complicadas y peligrosas de dicha gestión.
Inevitablemente, flota en el aire algunas palabras de Mahatma Gandhi, dijo Gandhi:
"Es fácil disparar, lanzar una bomba contra un hombre en la oscuridad, pero es difícil ponerse frente a frente de día y desafiarlo. Uno puede estar dispuesto a usar secretamente la violencia contra un hombre que tiene poder, pero acobardarse en su presencia. La violencia puede exigir cierto valor físico, pero no tiene valor moral. Y puede implicar que uno puede temer a su adversario, pero no a la muerte misma. Para mí la no violencia, en cambio, requiere mucho más valor que el manejo de la espada."
Gandhi.
Ya cerrando la tarde de este día miércoles, 11-2-15... Tengan todos muy buenas noches, amigos!!
Siempre, Sea Justicia.

domingo, 20 de noviembre de 2016

Eje infinito

Hoy es un día decidido...
definido de silencios...
donde mi pensamiento susurra
nada más
sin sentidos relevantes,
y mi respiración pausada
fluye en su cadencia
por inercia de natura...

Aligeré mis pasos 
de cabalgatas y monturas,
liberé de cinchas,
frenos y riendas...
solté hacia frescas pasturas... 
Mi frente reposa
de rutinas y costumbres
y de la grave tensión de su ceño.
...Instante en que mi ser existe
de no existir,
de ser hacia adentro
sin los estresados ex 
de hacia afuera
sin exits, ni ex-it 
de apuradas salidas
sin ex de excitados, extremos, estallando...
Y ya extinguida de calma la flama...
apenas sé que respiro.

Instantes serenos
sobre etapas
de batallas cumplidas
caminos, de sinos logrados.

No sé, si hay sol
o si son las estrellas 
que en penumbras brillan...
desconoce al mundo
mis ojos abiertos,
cerrados en efluvios, por fin, 
de paz placentera y salubre.
Mi propio cosmos gira...
en su eje infinito
y profundo.

Autor: Juan Carlos Luis Rojas

lunes, 29 de febrero de 2016

Pasos

Esto no es un poema,
no son versos,
son pasos...
Pasos
llevándome
tierra dentro
de la emoción...
A otro tiempo.
Hacia aquellas vivencias
y el sentir...
Los secretos escondidos,
peregrinar y vida,
lugares, caminos,
y huellas
avivándose en el pecho...
con la pícara chispa
del andar...
No es un poema,
no son versos
son compases..
de música no mía
y muy mía
que resuena
en el fondo del alma
donde se afirman
legados antiguos,
de la génesis,
sangre y espíritu
de mis mayores.
Es fusión
en la corriente del tiempo
que a veces llora y ríe...
desahoga el alma
fortifica
los brazos de la lucha
y del amor.









PasosEsto no es un poema, no son versos, son pasos...Pasosllevándome tierra dentrode la emoción... A otro...
Posted by Juan Carlos Luis Rojas on domingo, 28 de febrero de 2016

jueves, 25 de mayo de 2017

Torbellino

Ahí viene...
Viene con la mirada...
la nuestra,
bajando sus banderas
en la ternura y el deseo...
el deseo sentido
de ser alma
fundida en el amor.

Ahí viene...
Viene con el calor
de nuestros rostros
que irradian destellos...
luz de pasión.
El roce voluptuoso
de sus auras
cantando a la vida...

Ahí viene
junto al calor anhelante
de los labios...
Cuando la respiración
se funde
en torbellino sensorial
y suspiros...
cuando la mirada
se pierde en el ensueño,
huyendo tras la cortina
de los ojos...
tras la emoción de sentir...
Y el mundo
se hace remoto,
ignorado.

Ahi viene...
Con sus labios latiendo
en el instante infinito...
Sellándose ,
en un punto donde convergen
la fuerza de la ternura
y la dulzura de la pasión...

Llega...
rindiéndose
y conquistando
sus tierras ensoñadas
adentrándose en sus mieles...
Escoltado de caricias va,
afianzado del placer
en cada rincón
de la piel
y de la vida...

Ahí viene...
Libando
en su cópula
de pasión
de placer
de amor,
el beso.
Viene con sus labios latiendo
en el instante infinito...
Sellándose ,
en un punto donde convergen
la fuerza de la ternura
y la dulzura de la pasión...

Llega...
rindiéndose
y conquistando
sus tierras ensoñadas
adentrándose en sus mieles...
Escoltado de caricias va,
afianzado del placer
en cada rincón
de la piel
y de la vida...

Ahí viene...
Libando,
en su cópula
de pasión,
de placer
de amor,
el beso.

Autor: Juan C. L. Rojas

martes, 16 de octubre de 2018

Bajo trincheras

No son juncos
    los que se mueven en los secos cañadones/
No son ramas/
    ni flores marchitas agitándose.
Son los brazos
    son las manos
        de los hundidos en la tierra.

Liturgia de pañuelos blancos
    /batiendo/
        llora el aire.
...Y yo observo
    bajo una fresca hoja de trébol
        ¡los surcos profundos
    de esas frentes cansadas!

Alambre oxidado se retuerce
    sobre cercas arbitrarias
        de vacíos estamentos.
...¡Los iones de galvánica corriente
    atraviesan la oscura entraña del átomo!

Cada tanto se renueva en la historia
    infecunda languidez del espíritu/
y en los rediles...
    una misma cosa suelen ser
        pastores y lobos.

Los corazones fueron alguna vez
    santos continentes de sueños.

Hoy el Mar Muerto husmea impávido
    antiguos hedores y heridas abiertas.

Las banderas
costean la supervivencia con sangre derramada/
y la venganza florece de espurias semillas.

Vez tras vez
    regresan con fusiles
        los espinosos retoños.

Asustado/
bajo trincheras y fortalezas endebles
    continúa deambulando el Hombre.

Autor: Juan Carlos Luis Rojas

https://todo-es-uno.blogspot.com/search?q=hombre

miércoles, 20 de enero de 2016

Sensibilidad y disposición al cambio

                                           Imagen de internet: https://liberacionahora.files.wordpress.com/
                                                                                       2010/10/el_presente_continuo_02.jpg?w=270&h=300


"¿Estamos realmente diferentes hoy? ¿Realmente cambió nuestra aceptación en las cosas que no encajan en el marco actual? Tal vez hay conceptos de nuestra realidad que todavía tenemos que entender, y si abrimos los ojos, tal vez vamos a ver que algo importante ha sido pasado por alto."
Terje Toftenes

Importante es, para el crecimiento, para el desarrollo humano, tener el apropiado dinamismo del ser total, dejando de lado esa posición, que a veces se la presenta con orgullo erróneo, la de "ser siempre el mismo", la de: "yo no cambio",... la tramposa, "férrea convicción".

Lo sabio es, creo,  estar dispuesto al cambio, ser flexibles y adaptarnos inteligentemente a los acontecimientos, e incluso adelantarnos a ellos, tomando estrategias que nos dan los recursos de ver más allá de nuestro tiempo y espacio, y no sólo lo de nuestro entorno inmediato.

La realidad tiene elementos y estratos que muchas veces se nos escapan si no disponemos nuestra sensibilidad para detectarlos, o que el orgullo y la arrogancia no nos permite ni ver, ni aceptar. Más aún, en nuestro amplio Universo, donde somos tan pequeños.

La sensibilidad y disposición al cambio nos permite crecer como individuos y como sociedad.
Es sumamente dañino estar atados a falsos paradigmas filosófico o culturales, que nos guían por inercia hacia pozos y abismos; sin embargo, tampoco ir hacia el cambio por sólo el cambio mismo, sin contenidos valederos; no sirve la revolución por el sólo hecho del temperamento revolucionario. Todo debiera ser por la razón que requieren las circunstancias, con la medida y el propósito de vida.

Autor: Juan Carlos Luis Rojas




Muy buena tarde-noche, para todos...Sensibilidad y disposición al cambio"¿Estamos realmente diferentes hoy? ¿...
Posted by Juan Carlos Luis Rojas on miércoles, 20 de enero de 2016