Todo es uno.
Hay un hilo conductor que relaciona a las partes con un todo.
Pero las partes deben hallar una consciencia del Todo...
Un poco de aquí y de allá.
Prefiero a los exitosos de entre la "plebe" que estrechan las manos y dan su abrazo, antes que a los que se creen entre las estrellas, y su ceguera encandilada sólo les permite ir para adelante a estrellarse en algún confín.
Y como dijo alguien: "Si un ciego guía a otro ciego..." ¿Cómo sigue?...
¿Qué es poesía al fin?...
Es belleza que se yergue esplendorosa
a pesar del mundo abyecto.
Es nutriente que dinamiza y fortalece
los hilos de fonemas y semánticas.
Puede lubricar la voz del alma.
...¡Es la misma voz del ser!
Es lanzadera e hilámen a la vez
en la trama del humano que se digna construir
el abrigo del espíritu.
...¡Es el espíritu mismo!
Poesía.
Un roble enhiesto en la llanura temblorosa
después del seco golpe del rayo fulminante.
Su morfología no es
lo que enciende la luz del vocablo/
Ladrillos son
de sufrido color
ensayando alas y espacios
de cénit desconocido/
Pero son las manos del poeta
las que cuelgan
estrellas rutilantes.
Y así se elevan sus pies/
en andamiajes/
de acero cualitativo...
para cepillar en altitud
el adusto ceño
de la madera sufriente/
para pulir el canto rodado desde el confín/
o para realzar la flor
en la fragancia expresiva del vocablo.
¿Qué es la poesía al fin?...
Sus notas son imágenes
de realidades mayores/
multiplicidad sensorial
elevandose en cada peldaño
de pentagramas infinitos.
¿La ves?...
Poesía es aquello que está detrás/
del tejido que avanza lento/
hilada tras hilada/
...una línea
y otra, y otra/
del pensamiento y del sentir...
Virtualidad motivante
en arte revenido
sobre los hombros del creador.
¡Oh, poesía!...
En este rincón
donde renazco y te habito/
vergel transmutado eres/
de vírgenes selvas/
humedad de vapores perfumados/
esencias que energizan
las lentas alas de mi espíritu.
¡Eh, tú! ¿Oyes?...
Un río escondido
que por lo bajo rumora...
El poeta lo espía
bajo los sauces distendidos...
¡Y un verso más! ¡Un verso más!
que fecunda para siempre
a la piedra adormilada.
A veces suena musical/ esperanzadora /alguna frase/ Sentida ilusión entra por la puerta ingenua del oído.
Vendrán tiempos mejores
/dices/
Los adjetivos suavizan
el negruzco sangrar
y del pecho brota un suspiro.
Esa brisa suele ser
/nada más/
temblor de alas/ dolidas preguntas.
Preguntas que llevan en sus signos
el gastado temor.
En las manos del recuerdo
lo imposible es un viento
que erosiona la piedra.
¡Mas el corazón sabe del espacio
y de la interminable expansión de la esperanza!
Divaga una sombra en el espíritu
de la estrella que jamás se acercará.
En este desgarro y deriva gravitacional
cae su peso curvo
al negro embudo
donde llovizna
/quizás pasajera/
esta conjunción
bendita
de estrellas.
Era el silencio, era el misterio
nada existía
ni visible, ni invisible. ¿Dónde estaba el cielo, dónde el aire, el agua? ¡Ausente el mar profundo con sus corales del firmamento la inmensa bóveda! Nada de aliento en aquél caos incomprensible. Sólo el orden de la nada donde... nada, nada boga en la inmensidad. Ni días ni noches con sus reflejos de rosa y nácar. ¡Oh, la bella aurora no aparecía dorando el cielo! Ni cabían pensamientos en las primeras horas del alba. Era sólo sombra, lo que envolvía a las sombras. Y allá , en las tinieblas las sombras callaban en el fondo insondable del vacío y acaso, ningún concepto ni pasado, ni futuro era tal. Nada más, que misterio y silencio. Y éstas son las respuestas a tus preguntas desde la naciente de los días cuando el Todo era la nada y la inexistencia misma de decir, nada en el oscuro pigmento de las tinieblas. ¡Sombras! que pesaban en lo infinito del tiempo y era luz que de tanto ser, era sólo densa sombra. Negrura abarcando lo insondable. Ella era el peso gravitacional que se apretujaba en su centro mientras, en sí misma dialogaba la inteligencia cimentando leyes primigenias. Cada presión, centrípeta y abismal asentaba el estadío de los tiempos energizadas de ecuaciones eternas. Y con otros signos, a su vez en la matriz, se afianzaba el verbo. Con cada grado de presión inteligentes en sí mismo un nuevo elemento diseñabase, para formar el sistema de lo cuántico que todo lo incluye y lo abarca. Acelerada e inexorable ¡descendió! la vorágine de la tormenta. ¡Tempestad devorada en su centro! Llegó el tiempo de la saturación de lo completo donde el crisol ¡intenso! restallaba. Miríadas de vibraciones y zumbidos se aceleraron de repente en intensidad, velocidad, frecuencia ¡apretujándose! en calor, de plasmas oscuros e infinitos. Ahora... ¡Ahora sí! Ha estallado enceguecedor con la energía que todo lo aglutina en el arco iris infinito de las vibraciones, en la formación de las huestes celestiales, explosión acordada y expandida desde el centro mismo de la inteligencia y aquí navegamos, en cada punto bendito del Cosmos ¡humus, esencia, y polvo de estrellas!
Tú mismo, desordenado, pródigo, invasor, subversivo, venezolano, tú mismo llevaste las dragas que te roen el fondo, como tu propio pico de pelícano." A, E. Blanco
En el alto espacio donde los dioses respiran/ ¡sueñas!... Oh, estrella derramando poesía. Artífice/ artista/ armonioso diapasón de lo cósmico/ Poeta de anhelos eternos.../ ¡permaneces!/ Abarcado y abarcante del expandido suburbio del eter.
Yo también te saludo, desde mis ríos, mis bosques, espejos de estrellas, puente verde y sideral hacia tus cumbres de lava vigorosa.
Un coro de sonoridades canoras trasitan los cielos de americana esperanza, y danzan al mundo tus sueños, mis sueños, nuestros sueños.
Del continente indio afloran rostros entre el follaje... y los pintores ahora ya pintan tus angelitos negros.
Hoy y mañana te abrazo, en azules quebrados y curvos trazos de mi pluma.
Propongo la misma raíz de tus sueños esta sed de continente, esta sed de mundo este anhelo, de justicia y al fin un retoño de paz y armonía fecunda.
Husmeo en la historia. Humanidad Vientos perdidos. El cortejo real de la miseria. La mutilación de la carne y del espíritu.
El Hombre es rey extraviado de su reino.
Musas de los tiempos colgadas en el aire tirada de conceptos y de formas sin sustancia. ¡Tan baja su estatura que jamás alcanzarían a las estrellas!... ¡Los hombres caen al mar de su arrogancia!
Un poco más de construír es la oración del justo. Romper/ es la consigna en aras de fetiches y blasones de corruptelas y patriotelas.
Fieles a la idiotez sucumben en las rompientes los astros del polvo.
No recuerda el Hombre cuándo ha nacido su estúpida razón de alzar la espada/ de levantar la frente dañina y altanera.
La libertad se arrastra enredada de pañales. Cautivo el Hombre en su prisión. Su más grande prisión/ Su propia mente. El aposento más útil a sus cadenas.
Desde su ego crea fronteras para sí/ Para su ego. Luego en su limitación llora frustrado ...y perdido.
En esta mañana que de suavidad pasos lentos tiene... y calidez de tenue brisa que consuela estos remansos que ya en la sangre amenazan con remolinos...
Sofrenada la ansiedad
con fiereza
de racional firmeza,
en la militancia simple
y especial,
el sino de vivir...
Transito las calles rotas
como esos rumbos
de andar sobre peñascos...
Geografías
de montañas y valles,
y desiertos,
donde siempre
algún hospitalario oasis
habrá de ser,
supremo resfuerzo
y aceptada paz.
Y no es que esté muerto de sed,
¡sé vivir con ella!
y sé combatir sin puños.
Sé andar
sobre troncos movedizos
del agreste vergel.
He navegado estanques
de otros mundos,
he vadeado esteros y cañadas
donde serpientes
huyeron de mis pies.
Me he acompañado de cantos,
y de vibrantes cuerdas,
de canoras sinfonías
en la selva umbría.
¡Vivo!
Por que acaso me vale.
Porque estoy.
Porque soy.
Y puedo ver en lo alto
soles y estrellas.
Y puedo ver mis pies...
que si se detienen,
ágiles andan mis sueños.
Domingo y mediodía
avanzan
resonando en sus trajines,
avidez que pasan
lo que en mi ya fue.
Vivo y muero,
que vivir es al fin...
arrastrando en el pecho
los brillos estelares,
anhelantes,
en la modulación
de sus sonrisas,
miradas,
y siembras de amor
que navegan raudas
en los confluidos torrentes
de la gozosa pasión.
en mi espacio tu sombra y tu luz posesiva cortando llamas y encrucijadas indelebles.
Ahí estás... calando intermitente mis senderos andando en mis pasos los tuyos.
Yo viajante de bohemias desiertas. Tú manantial/ frescor de valles.
Rumor de estrellas me hablas en la pirámide abierta de tu voz. Angel que fecundas mis ausencias en multitudinarios himnos/ para salvar mis delirios de sus muertes ditirámbicas.
Yo/ trotamundo del espíritu. Tú/ de mis venas la pragmática lumbre.
Oh, raro evento que jugando
te meces en mi pecho...
que, rubores de aurora se abren como rosas en este, mi anochecer.
Desde tu piel que sonroja
y matizas en fucsia atuendo
para hacer que las estrellas
paladeen tu hermosura.
Y acaso me mires
y completes el hechizo.
Y acaso murmures
y me digas tu sentir.
Que en un suspiro liberado
sueltes las alas de tu amor,
vuelo hermoso que no retengo,
y con esta dicha de mirarte
germine un brote hacia el alba
ya henchido el pecho, del amanecer.
Tus labios, que son sendas de la miel
se ajustan en la sonrisa de tus ojos
en la picardía vibrante de tus pechos...
¡Allí yacen, en la memoria de mi boca!
Donde tus rizos, trigo acariciante,
se deslizan en laderas de mis muslos
que no son los tuyos de ávida fortaleza,
bellas columnas en el templo de Eros,
devorando, sus naves y abadías
elevándome de gozos y victorias,
sien alerta y sensible de mi espíritu.
Antiguo arriero de peces, dorado río,
por tu camino de siglos bajando vas,
desde donde su farol enciende la luna hasta las islas frutales del litoral.
Sus soles tus lomos queman en el estío,
barrancas, islas y playas te ven pasar,
arriba lames las garras de ariscos pumas
abajo reflejas luces de la ciudad.
Canoas isleñas del Paraná,
quiero ser el agua por donde van,
irme cauce abajo, lluvia retornar,
y ser nuevamente río Paraná.
Asoman en tus riberas como otros días
las bellas formas trigueñas del guaraní,
pero revive en el alma de los isleños
la raza vieja que otrora reinara allí.
Quien fuera, me dijo un día mirando el río,
como las aguas tranquilas del Paraná,
que no conservan las huellas de los navíos,
y así las penas del alma poder borrar.
Canoas isleñas del Paraná,
quiero ser el agua por donde van,
irme cauce abajo, lluvia retornar,
y ser nuevamente río Paraná
(Polca canción)
Letra y Música: Edgar Romero Maciel - Albérico Mansilla
"Agua y sol del Paraná"
Por el rio Paraná,
aguas arriba navego.
El sol quema como fuego
en la siesta litoral.
Bordeando el camalotal:
pacu, surubí dorado
van navegando a mi lado
por el rio Paraná.
La canoa lenta va
hiriendo el pecho del río,
sauce triste, ceibo mío,
en sus orillas está.
Azul el jacarandá,
aromó sus ramas de oro,
derramando su tesoro,
sobre el río que se va.
El agua me ha de llevar;
nadie sabe hasta que puerto;
hay solo un destino cierto:
la pampa amarga del mar.
Viejo río Paraná:
aguas marrones y bravas
y en lo alto crestonadas
no terminan de silbar
Tristeza me da el ceibal,
sangrando sobre el verano:
si parecemos hermanos,
en el modo de llorar
Ya mi canción se me va,
aguas abajo del río,
mientras sigo mi destino
remontando el Paraná.
Rio arriba, rio va
contra la oscura corriente
agua y sol sobre mi frente
agua y sol del Paraná.
Letra: Miguel A. Brascó
Música: Ariel Ramírez
El jangadero
Río abajo voy llevando la jangada,
río abajo por el alto Paraná.
Es el peso de la sombra derrumbada,
que buscando el horizonte bajará.
Río abajo, río abajo, río abajo:
a flor de agua voy sangrando esta canción.
En el sueño de la vida y el trabajo
se me vuelve camalote el corazón
Jangadero, jangadero:
mi destino por el río es derivar
desde el fondo del obraje maderero,
con el anhelo del agua que se va.
Padre río, tus escamas de oro vivo
son la fiebre que me lleva más allá.
Voy detrás de tu horizonte fugitivo
y la sangre con el agua se me va
Banda, banda; sol y luna; cielo y agua:
espejismo que no acaba de pasar.
Piel de barro, fabulosa lampalagua:
me devora la pasión de navegar.
Jangadero, jangadero:
mi destino por el río es derivar
desde el fondo del obraje maderero,
conn el anhelo del agua que se va.
Letra: Jaime Dávalos
Música: Eduardo Falú
"El Paraná en una zamba"
Brazo de la luna que, bajo el sol,
el cielo y el agua rejuntará.
Hijo de las cumbres y de las selvas,
que extenso y dulce recibe el mar.
Sangra en tus riberas el ceibo en flor
y la pampa verde llega a beber
en tu cuerpo lacio, donde el verano
despeña toros de barro y miel.
Mojan las guitarras tu corazón,
que por los trigales ondulará.
Traen desde el Norte frutal la zamba
y a tus orillas la dejarán,
para que su voz, enamorada de la luz carnal,
arome tus mujeres, Paraná.
En campos de lino recobrarás
el cielo que buscas en la extensión.
Padre de las frutas y las maderas:
florece en deltas tu corazón.
Verde en el origen recorrerás,
turbio de trabajo la noche azul
y desde la luna, como un camino,
vendrá tu brillo quebrando luz.
Río Paraná:
Tu brisa fresca respirando yo estoy.
Y canto al verte, tal vez por suerte,
cruzando el puente Brazo Largo
Y al ver tus costas verdes
en un sin fin perderse,
sentir estoy deseando lo que
sienten tantos,
que tus márgenes habitan.
Cantaba al remar, en su canoa a
ritmo firme el pescador.
Que hurga en tu vientre, buscando suerte,
como ayer, mañana ó pasado.
Tal vez arrastre hasta la orilla,
la corriente,
esta canción que yo te canto
desde el puente.
Cuando me voy a la Provincia de Entre Ríos,
en canción te lo digo,
Paraná río querido.
Cantaba al remar,
en su canoa a ritmo firme el pescador.
Que hurga en tu vientre, buscando suerte,
como ayer, mañana ó pasado.
Tal vez arrastre hasta la orilla,
la corriente,
esta canción que yo te canto
desde el puente.
Cuando me voy a la Provincia de Entre Ríos,
en canción te lo digo,
Paraná río Argentino.
Río Paraná.
El río me dirá si aún existe
con su voz de cristal entre las flores
él me ha visto en sus aguas endiosadas
y ha borrado de mi piel la oscuridad.
Tan lejos estoy de estos
paisajes tan lejos de su amor y su bondad
que parece que es delirio mi deseo
de borrar esta niebla de orfandad.
Y volver de nuevo a aquellos días
a mi río, a mi selva montaraz,
caminar de nuevo entre las flores
en las costas del bravío Paraná.
Jorge Cafrune
Noches isleñas
Noche, ¡oh noche de luna bella!,
poblada por mil estrellas baña las aguas del Paraná.
Noche, ¡oh noche de dulce ensueño!,
que sos para el triste isleño fiel compañero en su soledad.
Noche, ¡oh noche que al alma hechiza!,
tu suave rumor de brisa tiene frescura de manantial.
Se eleva hacia el infinito un canto agreste y sentido:
un canto que ha florecido entre ceibos, sauces y flor de azahar.
Brilla el Paraná bajo su fulgor.
Noche de cristal; noche de ilusión.
Aguas que se van para no volver,
llevan con su andar mi hondo padecer.
Noche, ¡oh noche de luz y calma!
haz que ilumine mi alma la claridad de tu resplandor.
Noche, ¡oh noche de tenue encanto!,
no dejes que sea llanto lo que me impida ver tu esplendor.
Noche, ¡oh noche, que ya te alejas!,
escucha la triste queja, la voz doliente de mi ansiedad.
No dejes que se malogre el fruto de tanto empeño.
No olvides al pobre isleño que sufre y canta en el Paraná.
Brilla el Paraná bajo su fulgor.
Noche de cristal; noche de ilusión.
Aguas que se van para no volver,
llevan con su andar mi hondo padecer.
¡Noches. Noches isleñas!
Letra y Música: Pedro Sánchez
Acuarela del río
Un canilla poí una balsa, (Poí , del guaraní, flaco, fino)
una guaina, una flor en el río, (Guaina, chica, muchacha)
un paisaje de cielo
reflejan las aguas del gran Paraná.
Más allá, un camalote va flotando
hacia la orilla que arbolada de sauces
Nos invita a soñar...
Acuarela del río que pintas de luces
mi dulce romance.
En el mundo no hay marco más divino
y bello para nuestro amor, son su sol,
Con sus fúlgidos matices
con su brisa perfumada
en mágico arrebol
de un lento atardecer...
A la deriva el bote va
con mi amada por el río.
Meciéndonos con su vaivén
que acompasa nuestro amor.
Y apoyada en mi hombro
me musita al oído
mientras beso sus manos
completan mi dicha
aromas de azahar.
Acuarela del río (Litoraleña)
Letra y Música: Abel Montes
¿Sabes?...
Lo sabes.
Que no siempre se trata
de andar el camino,
ni seguir una huella
ni de trotes
ni galopes...
Que no se trata de mirar
hacia algún lugar
que detecte horizontes,
ni en ton anhelante
develar estrellas
entre densas tinieblas...
Y eso lo sabes
cuando vengo hacia ti,
a recostarme en tu cuerpo,
lejos del sendero
a tus pies,
mientras los mios
se refrescan
en el arroyo que pasa...
que pasa como la vida
jadeando rumores
en crecidas y bajas
en olas y espumas
diluida allá
en horizontes de mar...
Mientras tu cabellera obsequia
de oportunas caricias
a esta frente cansada
marcada de auras azules...
mueves, alentadas de brisas
tus formas
de verde sideral...
Allí veo el relumbre del sol,
donde en otros momentos
en el mismo lugar
he visto alienantes negruras...
No se trata siempre de andar,
vivir también es vibrar
en la emoción de sentir,
en un bello instante gozar...
Es momento de paz, este
en que salí del camino
y cerré mis ojos
bajo tu sombra y verdor...
Ahora despejo la bruma
en cósmico silencio...
recupero mi corazón
en tizón encendido,
y bebo la luz copiosa
en tu dulce caudal
de sauce
de sed
y fervor.