Todo es uno.
Hay un hilo conductor que relaciona a las partes con un todo.
Pero las partes deben hallar una consciencia del Todo...
Un poco de aquí y de allá.
Abría septiembre
el dilatado campo de las fragancias y las luces.
El aire confesaba el amor de las flores
y la fuerza combatiente
de suspiros contenidos.
¡Y quién era yo para presentar batalla!...
¡Me rendía a lo bello
redimido del temor!
Quién era yo para juzgar
el sexo intempestivo en las esquinas/
o la precocidad ostentosa de las jóvenes...
¿Sabré, acaso, si ha de florecer
de las ruinas
lo silvestre inesperado?
Abierta sobre el cáliz
la rosa no espera/
no mezquina su candor
ni su perfume.
¡Y por eso los titanes sedientos de mi alma
se bebieron tu sangre/
con mi sangre!...
y devorado fue tu corazón
con el mío.
¡Oh, ciclópea del amor la pasión desbocada!
Galopó
hacia la rosa más íntima de tu ser/
y nací de nuevo
con la esperanza de tus ojos
con la rama perfumada de tu cuerpo.
¡Oh, verdor
que colorea y sacia
al hambriento otoño del espíritu y la carne!
¡Crepúsculo y aurora que se enlazan
con los ávidos brazos de los amantes!
...Sé que volverás
primavera de serptiembre
como vuelve la vida a los huertos.
Sé que volverá/
trayendo libertad bendecida
a la rosa fresca/
a la ignorada flor
en el jardín de los reyes.
Volverá lo sé
hecho dios del fuego y la ternura
con el cáliz servido
para el brindis real del amor.
No permitas/ que la humedad de la tristeza ascienda/ por los capilares dolidos del alma.
No permitas que te entristezca la palabra cortante del adiós... porque no hay adiós.
El amor siempre ronda el mundo en la fresca sintonia del espíritu. Ese amor no sabe/ de dioses ególatras ni de caminos perdidos.
A partir de ahora/ a partir de hoy/ pon en tus manos las flores que generosas se inclinan a tu paso. No dejes marchitarse la emoción valiente de la espera. Dale una sonrisa aromada de tu luz al verdor de los anhelos. Observa/ La vida es una aventura de paisajes infinitos/ Aunque pueden a veces sus follajes herir al corazón.
¿Sientes la melancolía de violines que se mecen en el pecho?... Yo también siento/ Dame entoces el placer de redoblar/ esta apuesta tambaleante de gorriones.
¡Suelta ahora!... ¡Suelta bajo tus pies esas semillas vacilantes del amor! Recogerás los frutos/ Donde sea que vayas. Donde sea que vuelvas.
En tranquilo vuelo
te ven partir golondrina
dominando airosa
el lustroso plumaje/
engañando de calma
a los ojos extraño.
Mas alguien sabe golondrina
que partes con el alma vibrante/
que llevas en el instinto
anhelantes sueños/
que bajo el falso sosiego
arde/
una furtiva pasión.
Hay alguien que sabe/
de la flor sangrante
que oculta tu pecho
y que un poco de tu alma dejas
en el corazón
que heriste de amor...
Los ojos
/pequeña avecilla/
no saben de engaños
no esconden tristezas/
Sobreviven/
en el tenue brillo
de una pequeña esperanza/
Un milagro esperan/
que el tiempo divino
habrá de parir.
Así sueña
aquel que conoce el susurro/
tu trémulo canto/
quien se mezcló con tus fibras
y vibró en tus alas/
tus alas de amor.
Corazón
no me digas que no...
La pasión ya está allí!!
Aún sin qué,
ni sin quién...
Porque yo sé,
lo percibo,
lo veo,
lo siento,
que te brota
por los poros de la piel.
A raudales desde tus ojos
en que me hundo...
Desde tu pelo,
que desgrana
como rocío vaporoso
del amanecer...
Desde tu sangre,
azuzando
a tus hormonas
desde los confines
de tu cuerpo...
y hay un galopar desbocado
bajando
en las ansias de tus torrentes
dibujando arabescos
en la cornisa del amor.
Antiguo arriero de peces, dorado río,
por tu camino de siglos bajando vas,
desde donde su farol enciende la luna hasta las islas frutales del litoral.
Sus soles tus lomos queman en el estío,
barrancas, islas y playas te ven pasar,
arriba lames las garras de ariscos pumas
abajo reflejas luces de la ciudad.
Canoas isleñas del Paraná,
quiero ser el agua por donde van,
irme cauce abajo, lluvia retornar,
y ser nuevamente río Paraná.
Asoman en tus riberas como otros días
las bellas formas trigueñas del guaraní,
pero revive en el alma de los isleños
la raza vieja que otrora reinara allí.
Quien fuera, me dijo un día mirando el río,
como las aguas tranquilas del Paraná,
que no conservan las huellas de los navíos,
y así las penas del alma poder borrar.
Canoas isleñas del Paraná,
quiero ser el agua por donde van,
irme cauce abajo, lluvia retornar,
y ser nuevamente río Paraná
(Polca canción)
Letra y Música: Edgar Romero Maciel - Albérico Mansilla
"Agua y sol del Paraná"
Por el rio Paraná,
aguas arriba navego.
El sol quema como fuego
en la siesta litoral.
Bordeando el camalotal:
pacu, surubí dorado
van navegando a mi lado
por el rio Paraná.
La canoa lenta va
hiriendo el pecho del río,
sauce triste, ceibo mío,
en sus orillas está.
Azul el jacarandá,
aromó sus ramas de oro,
derramando su tesoro,
sobre el río que se va.
El agua me ha de llevar;
nadie sabe hasta que puerto;
hay solo un destino cierto:
la pampa amarga del mar.
Viejo río Paraná:
aguas marrones y bravas
y en lo alto crestonadas
no terminan de silbar
Tristeza me da el ceibal,
sangrando sobre el verano:
si parecemos hermanos,
en el modo de llorar
Ya mi canción se me va,
aguas abajo del río,
mientras sigo mi destino
remontando el Paraná.
Rio arriba, rio va
contra la oscura corriente
agua y sol sobre mi frente
agua y sol del Paraná.
Letra: Miguel A. Brascó
Música: Ariel Ramírez
El jangadero
Río abajo voy llevando la jangada,
río abajo por el alto Paraná.
Es el peso de la sombra derrumbada,
que buscando el horizonte bajará.
Río abajo, río abajo, río abajo:
a flor de agua voy sangrando esta canción.
En el sueño de la vida y el trabajo
se me vuelve camalote el corazón
Jangadero, jangadero:
mi destino por el río es derivar
desde el fondo del obraje maderero,
con el anhelo del agua que se va.
Padre río, tus escamas de oro vivo
son la fiebre que me lleva más allá.
Voy detrás de tu horizonte fugitivo
y la sangre con el agua se me va
Banda, banda; sol y luna; cielo y agua:
espejismo que no acaba de pasar.
Piel de barro, fabulosa lampalagua:
me devora la pasión de navegar.
Jangadero, jangadero:
mi destino por el río es derivar
desde el fondo del obraje maderero,
conn el anhelo del agua que se va.
Letra: Jaime Dávalos
Música: Eduardo Falú
"El Paraná en una zamba"
Brazo de la luna que, bajo el sol,
el cielo y el agua rejuntará.
Hijo de las cumbres y de las selvas,
que extenso y dulce recibe el mar.
Sangra en tus riberas el ceibo en flor
y la pampa verde llega a beber
en tu cuerpo lacio, donde el verano
despeña toros de barro y miel.
Mojan las guitarras tu corazón,
que por los trigales ondulará.
Traen desde el Norte frutal la zamba
y a tus orillas la dejarán,
para que su voz, enamorada de la luz carnal,
arome tus mujeres, Paraná.
En campos de lino recobrarás
el cielo que buscas en la extensión.
Padre de las frutas y las maderas:
florece en deltas tu corazón.
Verde en el origen recorrerás,
turbio de trabajo la noche azul
y desde la luna, como un camino,
vendrá tu brillo quebrando luz.
Río Paraná:
Tu brisa fresca respirando yo estoy.
Y canto al verte, tal vez por suerte,
cruzando el puente Brazo Largo
Y al ver tus costas verdes
en un sin fin perderse,
sentir estoy deseando lo que
sienten tantos,
que tus márgenes habitan.
Cantaba al remar, en su canoa a
ritmo firme el pescador.
Que hurga en tu vientre, buscando suerte,
como ayer, mañana ó pasado.
Tal vez arrastre hasta la orilla,
la corriente,
esta canción que yo te canto
desde el puente.
Cuando me voy a la Provincia de Entre Ríos,
en canción te lo digo,
Paraná río querido.
Cantaba al remar,
en su canoa a ritmo firme el pescador.
Que hurga en tu vientre, buscando suerte,
como ayer, mañana ó pasado.
Tal vez arrastre hasta la orilla,
la corriente,
esta canción que yo te canto
desde el puente.
Cuando me voy a la Provincia de Entre Ríos,
en canción te lo digo,
Paraná río Argentino.
Río Paraná.
El río me dirá si aún existe
con su voz de cristal entre las flores
él me ha visto en sus aguas endiosadas
y ha borrado de mi piel la oscuridad.
Tan lejos estoy de estos
paisajes tan lejos de su amor y su bondad
que parece que es delirio mi deseo
de borrar esta niebla de orfandad.
Y volver de nuevo a aquellos días
a mi río, a mi selva montaraz,
caminar de nuevo entre las flores
en las costas del bravío Paraná.
Jorge Cafrune
Noches isleñas
Noche, ¡oh noche de luna bella!,
poblada por mil estrellas baña las aguas del Paraná.
Noche, ¡oh noche de dulce ensueño!,
que sos para el triste isleño fiel compañero en su soledad.
Noche, ¡oh noche que al alma hechiza!,
tu suave rumor de brisa tiene frescura de manantial.
Se eleva hacia el infinito un canto agreste y sentido:
un canto que ha florecido entre ceibos, sauces y flor de azahar.
Brilla el Paraná bajo su fulgor.
Noche de cristal; noche de ilusión.
Aguas que se van para no volver,
llevan con su andar mi hondo padecer.
Noche, ¡oh noche de luz y calma!
haz que ilumine mi alma la claridad de tu resplandor.
Noche, ¡oh noche de tenue encanto!,
no dejes que sea llanto lo que me impida ver tu esplendor.
Noche, ¡oh noche, que ya te alejas!,
escucha la triste queja, la voz doliente de mi ansiedad.
No dejes que se malogre el fruto de tanto empeño.
No olvides al pobre isleño que sufre y canta en el Paraná.
Brilla el Paraná bajo su fulgor.
Noche de cristal; noche de ilusión.
Aguas que se van para no volver,
llevan con su andar mi hondo padecer.
¡Noches. Noches isleñas!
Letra y Música: Pedro Sánchez
Acuarela del río
Un canilla poí una balsa, (Poí , del guaraní, flaco, fino)
una guaina, una flor en el río, (Guaina, chica, muchacha)
un paisaje de cielo
reflejan las aguas del gran Paraná.
Más allá, un camalote va flotando
hacia la orilla que arbolada de sauces
Nos invita a soñar...
Acuarela del río que pintas de luces
mi dulce romance.
En el mundo no hay marco más divino
y bello para nuestro amor, son su sol,
Con sus fúlgidos matices
con su brisa perfumada
en mágico arrebol
de un lento atardecer...
A la deriva el bote va
con mi amada por el río.
Meciéndonos con su vaivén
que acompasa nuestro amor.
Y apoyada en mi hombro
me musita al oído
mientras beso sus manos
completan mi dicha
aromas de azahar.
Acuarela del río (Litoraleña)
Letra y Música: Abel Montes
Los cristales están rotos donde no se ven las palabras ciegas de mi corazón hundido.
Y aunque no creas esto es cierto... esto del amor y el tambor añicos... Y es cierto que llueve sobre estos cristales aunque no llueva.
Puedes enterarte además/ que mi mente no teje fantasmas que es cierto aquello del sentimiento/ que callan los truenos por dentro/ ...Que pongo escaleras sólo para alcanzarte.
Hasta aquí domino el silencio... para que vivas... ¡Por Dios, nada menos!
Compruebo que es cierto... Es cierto esto de la muerte lenta donde entre nubosas agonías las preguntas borbotean.
...¡Para qué mis versos si no cantan en tu pecho! Para qué la luz/ del poema/ si no alumbra el verdadero. Para qué... Para qué mi siembra de colores en las paredes... cuando no sé si van tus ojos a donde mi amor te habla.
No. No es juego. Son ciertas las preguntas como esto que se clava en el pecho sin sangrar la piel.
Bueno... Como cierto es esta lluvia buena del desahogo que ahora sí moja paredes y vidrieras... y también mi rostro.
A la sazón,
el despliegue de la flor,
abriendo sus pétalos al aire, ¡desliéndose generosa! en perfumados sabores, en el grave vigor de sus pigmentos... Y así te presentas alumbrándote en mis ojos complacidos en el vértigo del asombro.
Y ya pronto
va mi espíritu
donde se aprestan
abeja y néctar
a libar zumo a zumo
los dulzores
que calando van
en tu mirada,
y en la revelación
de sino esplendente
la sinuosidad,
el signo de tus pechos
y del mio suspirante.
Caigo bendecido
en el regazo de tu luz
quieta y expectante,
de torbellinos y silencios,
de candores,
gestándose en tus labios
y en la ansiedad de tu boca,
en la avidez de la mía.
Caigo en el sonido
que tus ojos me susurran
sin mezquindades
en su humedad continente
y su brillo que resuena
en el diapasón
de mi temblor,
en los cauces
de mi sangre
que en
níveo
riego
cae
en esa
comunión bendita
de cuencas
y afluentes
rebasantes
de pasión,
natura,
y de amor.
Aquietadas ahora las ramas sacudidas por el viento del día... los momentos continentes... sumatoria de instantes en las raíces de este árbol sediento... Ahora un breve posar, reposar, sobre la grama verde del tiempo la que trunca los signos del otoño suavizando su tristeza. Un respiro de alas, fragancias inspiradas, tenue brisa de los segundos y un suspiro medido desde tus ojos... y a seguir el vuelo tras los nutrientes con que tu corazón me besa. Estallar un vano que de por sí hueco en la escalera del tiempo, que lleno de siembras, olvidadas... esas que se deslizan ahora por el aire remecido de la memoria, emergiendo en nostalgias desde sus brotes. Y es un horizonte... casi fantasmal el que aparece... ¡Tanto tiempo! tanto viento tantos pasos... ¡Tantos soles en la negrura de los días!... Tanto dolor acrisolando el alma. Tanto amor que nunca pasa... No pasará jamás, aún ante tanto odio en tanto mundo desmedido.
Desde que hubo el temblor
en la primera alborada de la semilla...
y cuando en el cosquilleo de la sangre
declamó la emoción sus sinos y misterios...
hubo el sabor anticipado de los besos
¡creciendo!
con el húmedo resplandor en los labios.
¡Y luego las manos!
tanteando en el vientre las caricias venideras,
tanteando los pasos de un tierno palpitar...
¡Pasos!...
sacudiendo la pereza de los días
hacia un renuevo de esperanzas y de sueños.
¡Madre!
De muchas maneras, madre.
La que pudo y aquella que no
y sin embargo el arrullo de amor
fue un poema
desliéndose en su pecho.
La que fue y no fue...
Donde la historia hizo un jirón
y el desapego hecho un desgarro
donde dar, acaso,
fue vida y alas...
donde la poesía de vivir
perduró su canto
con el dolor,
con el perdón,
con el amor.
Que se iluminen entonces
sus ojos de crepúsculos,
con la chispa de la algarabía,
con la estirpe piadosa del canto
en la comprensión de lo divino
y perfumada bendición.
¡Felices sean tus días,
de cualquier manera,
madre!
¡Tan fácil se escucha! ¡Y tantas veces! Ese: Te amo!!... Amas??...
(Estimados amigo, a veces no se trata de la expresión de amar,... ni siquiera del supuesto hecho de amar... Porque yo puedo decir, y creer que amo, sin embargo el asunto clave es: si el receptor de tales sentimientos lo siente así, como un hecho favorable de amor, y realmente beneficia su vida... Hay personas que dicen amar a la aves y otros animales, pero los encierran en una jaula... Así tantos ejemplos. Hay otros que esconden intereses egoístas, totalmente contrarios al amor. Siendo sus hechos y actitudes, totalmente manipuladoras para sus propios fines, sea que estén conscientes de ello o no.)
"Y el amor se empecina a veces, amarrado de melancolías, cultivado de obsesiones... y aprende a andar con ello al hombro, hasta acaso, algún día, comprender su trágico evento." Juan Carlos Luis Rojas martes, 22 de diciembre de 2015
Sí/
Sé muy bien
por qué se yergue aún
la columna de mis sueños
vertebrada desde la sangre...
Mientras el mundo
se pierde en sus condenas/
trivialidades/
indiferencias y avatares/
Mientras intercambia acalorado
tribal veneno de discordias
tribales sectarismos de cavernas/
hay zaguanes que congregan
espera y ansiedades.
Hay espacios que aroman
el verdor pasional de los anhelos...
Hay un rincón/
por lo menos un rincón
donde se esparce
en vital fecundidad
la siembra de nuestras manos/
Manos que roturan
la tierra tibia de nuestra sed/
¡Sed que amamanta
la vastedad de lo posible!
Posibilidad canora
de febriles aves
y ancestral
libertad de las gaviotas.
Sospecho que de nuestros pasos
no quedará inmune este sendero/
Sospecho que cambiarán sus ojos
los girasoles/
que brincarán libres
las flores de las caricias/
y las notas musicales
de nuestro amor.
Autor: Juan Carlos Luis Rojas
Sí/
Sé muy bien
por qué se yergue aún
la columna de mis sueños
vertebrada desde la sangre...
Mientras el mundo
se pierde en sus condenas/
trivialidades/
indiferencias y avatares/
Mientras intercambia acalorado
tribal veneno de discordias
tribales sectarismos de cavernas/
hay zaguanes que congregan
espera y ansiedades.
Hay espacios que aroman
el verdor pasional de los anhelos...
Hay un rincón/
por lo menos un rincón
donde se esparce
en vital fecundidad
la siembra de nuestras manos/
Manos que roturan
la tierra tibia de nuestra sed/
¡Sed que amamanta
la vastedad de lo posible!
Posibilidad canora
de febriles aves
y ancestral
libertad de las gaviotas.
Sospecho que de nuestros pasos
no quedará inmune este sendero/
Sospecho que cambiarán sus ojos
los girasoles/
que brincarán libres
las flores de las caricias/
y las notas musicales
de nuestro amor.
Autor: Juan Carlos Luis Rojas
De pértiga dulce
a flor y profundo ensamblada en tu vientre
puede ahora arrastrar mi alma
carrozas ensoñadas.
De ceñido pedestal
pueden nuestros cuerpos
mover el mundo
al ritmo sediento
de pélvicas luces.
Oh, amor
al canal mayor de tus venas
se asoman/ vertientes/
ríos infinitos.
¡Cómo no cantar
si la fuerza de tu sangre
tensa la cuerda limpia de mi garganta!
Magnolia encendida es tu cintura
ceñida de mis brazos
posesos de pasión.
Fidedignos del ardor
nuestros besos fagocitados.
Cuerpos inmersos en el altar.
¡Placer!
que ignora el tiempo y el espacio.
¡Rostros que se inflaman
del gozo a fuego vivo!
Ahora que muero
consumado en tus brazos/
doblegado en la fuerza
del placer y del amor/
¡anda! ¡llévame en tu seno!
A esta pequeñez humana
llévala en tu seno...
donde se elevan las ondas
de ardientes corales arracimados...
donde palpita ansiosa la simiente...
donde se arrulla/
la materna e infinita
ternura de la vida.
En las venas de mi sien
/aletea/
el rito prolongado de nuestros ojos
ojos que vuelan
una vez tras otra
rayando en las caricias/
sublimando acentos
en las preguntas infinitas.
Túneles inquietos/ son los ojos/
túneles que se ensamblan
en cópulas de pasión
vertiginosas tímidas
dulces desesperadas.
Esta vaina oscura/
oscura de dichas/
oscura de cantos silenciosos/
oscura del amor
que discurre en las calles...
se abre a veces
/se rompe/
vertiendo del espíritu
irisada simiente.
La eternidad del dolor
escapando al bálsamo/
escapando a la sed de las heridas/
/escapando/
hacia la curación final de la nada.
Adolecer
que hierve adolescente
en el perpetuo tiempo
de las manos combativas/
/incansable/
candor-candente-del pecho...
luego discordias
entre aurículas y ventrículos.
Mientras tanto
azulino es el sol
que une a las almas
con la negrura del día
y no se encuentran/
no se abrazan
ni piel
ni aliento
ni suspiros.
La oscuridad nos baña
a plena luz del sol.
¿Cuándo caerá
su áspero pigmento
como nieve derretida?...
Cuando nuestros ojos sepan
reposar en otros ojos
cuando entibien nuestros besos
ajena frente
cuando el corazón hable
por fin
sobre el amor.
Puentecito del río que pasa
hacia el valle de fresco verdor,
cuántas veces al ir a su casa
a besar de sus labios la flor,
sobre el río que corre cantando
tú escuchaste mis cantos de amor.
Viejo puente de piedras entre las flores
de mis selvas y sierras del chañar,
ya no estás como entonces sobre el río
que en mil noches platearon las lunas al pasar.
Roto el puente, ya no podré llegar
con mis besos, mi copla, mi canción,
hasta el rancho en que vive la más bella,
la dulce paisanita que adora el corazón.
En el cauce rezonga bravío,
desafiando a mi amor y a mi fe,
pero yo he de vencer a este río,
otro puente sobre él tenderé
y otra noche cantando, cantando,
paisanita a tu lado volveré.
Activo en mis pasos...
y veo que rondas
por allí
en esos patios etéreos...
y haces siluetas
piruetas de golondrina,
trazando aire festivo
en mi pensamiento.
Distracción vital en mis ojos.
Distracción
como esencia del camino...
Dejo de verte porque te miro,
te observo.
Y me invitas a un frente a frente
sobre la mesa...
y es saborear lo servido
con aderezos de magia
con el cruce de luz
en las miradas,
fulgurante chispa
de amar.
Sé que vibran tus sentidos
desde la punta de tus dedos
aunque te vayas
y yo regrese en la insistencia...
ingrávida, ave azul,
que mis auras
rozas
con tus alas,
y pasas...
pasas...
en ese constante
incierto regreso,
por un vértice voluble
del horizonte.
Lentes ultradireccionales
son mis ojos
hacia tu estrella
y su vuelo de cometa/
mi pecho aspira
el aliento de su vuelo.
Sincronizar nuestros suspiros
pudiese
el ritmo de nuestros latidos,
para aventurar
una música de la ternura
una melodía del amor...
Distracción,
donde frente a frente
bebemos el regocijo,
mientras cantan nuestras manos
sobre las cuerdas de las caricias
al abrigo
de santa llamarada,
que purifica nuestro andar.
Una melodía dulce suena...
que tiene trinos y murmurios de manantiales...
y tiene la fuerza de ritmos ancestrales
como la sangre fluyendo
desde tiempos inasibles,
conecta a nuestros cuerpos
en vivaces armonías,
tremolando en el aire sutil
de los suspiros.
Un vaivén de fuego acompasa,
donde toda flama es entrega
al pedestal de la caricias,
al sentir del ensueño,
al hacer del amor
en lo profundo de los besos,
que solazan en instantes
de placentera eternidad.
Allí quedan los resquicios
donde se avivan
los anhelos fervientes,
tuyos y míos,
donde manan
de aquello que inspira
el elixir latente
en nuestros poros
que estallan
en los orgasmos benditos
de la aurora.
..."Y el amor se empecina a veces, amarrado de melancolías, cultivado de obsesiones... y aprende a andar con ello al hombro, hasta acaso, algún día, comprender su trágico evento".
El sol arrebolado se hunde en el poniente y acecha sigiloso el triste amanecer sus cárdenos reflejos desmayan lentamente en ritmo con mi inmenso profundo padecer.
Conmigo ya en la noche y envuelve en su velo ancho como a un fantasma loco mi pobre corazón las noctívagas aves del mal y del desvelo sobre mi alma cruzan en larga procesión.
Llena un brío de ausencia mi lóbrigo aposento y a Dios solo confieso mi tétrico sufrir y tú, lejos amada ignoras mi tormento ignoras el martirio de mi intenso vivir.
Mi senda entenebrida está llena de espina aguda y punzante espina de dolor los jilgueros huyeron de esta selva vecina ya no sueltan al viento su música de amor.
Las flores que en otoño brindó la primavera hoy perdidas y mustias están en la orfandad y todo tiembla y gime en la angustiosa espera aguardando que vuelvas enivoluble beldad.
Así también yo vivo herido de tu ausencia distante de tu gracia sin escuchar tu voz las olas del destino arrastran sin clemencia mi barca de esperanza que a ti fuera veloz.
Aquel dichoso nauta hoy náufrago sin destino zozobra en las olas del mar de la aflicción amada tú lo sabes perdido está el marino porque apagó el destino su faro de ilusión.
Perdí ya tu cariño perdí ya tus amores llorando desengaño cargado de dolor ven amada a mi brazo que sobre las cenizas perennemente tuyo encontrarás mi amor.
No importa que tu gracia florezca en manos ajenas no importa que se burlen de mi fe y mi ilusión y aunque mi senda encuentra de lado y sendas llenas rencor no guardará mi pobre corazón.
Tal vez el egoísmo falaz y traicionero que lo destruyera mi nido de placer mañana se transforme y sea en mi sendero como una flor que arome mi triste atardecer.
Adiós dulce Fernanda amada novia mía me voy con paso incierto buscando otro vergel adiós aquellos ojos que fueron mi alegría adiós aquellos besos que fueron todo miel.