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domingo, 20 de agosto de 2023

Una vez más

Altiva y despejada transita la luna sobre los andantes, transidos y errantes. En la maleta del corazón la sangre cansada pulsa vaivenes, tras los zollozos contenidos. La sal de las lágrimas, seca y agrieta los surcos del tiempo. Una vez más el pecho descocido, abierto al sol, tras un nuevo amanecer. Aurora de esperanzas, acaso, florecen los días donde bulle la lumbre que mira al ser, despojado y silente. Autor: Juan Carlos Luis Rojas

viernes, 21 de diciembre de 2018

Un brindis


Una  más, en esta
de tiempos medidos
en hitos convencionales...

Una vorágine de sensaciones
expectativas, esperanzas...
La sensibilidad más intensa
hacia el éxtasis o la frustración.

¡Sin embargo, es la emoción...
la medida más certera y profunda del ser!

La emoción en los silencios/
en la euforia
o en el grito...

La algarabía en torno de la soledad
coronando de lo álgido.
alguna desértica desolación.

Pero aún así/
¡innegable se mueve la esperanza!
El hombre apuesta una vez más
a sus anhelos
a sus sueños
y hay un cantar en el balcón de su alma.

Aquí estamos/
desde nuestra marcha/
en los términos de calendarios y relojes.
Y nos apoyamos
en el alfeizar de una ventana
en la penumbrosa habitación
que enumera y memora nuestros sueños...

Allá en lo alto las estrellas
donde navega una luna rutilante.
Meteoros fugaces
centellean en nuestra mente.

Acorde de voces se oyen,... de risas.
La flor de la emoción en los ojos
que transfieren un brindis,
en éter perfumado de vida,
en el sonar de cristales.

Y va mi abrazo extendido
familia, amigos, y aquellos...
que comulgan un sueño.
Seres de buena voluntad
que enarbolan una esperanza
ante la felicidad posible
en un nuevo tramo del tiempo.

¡Y nada más que esto!
¡Con la acción detrás del anhelo
habrá de sernos bendito!

Autor: Juan Carlos Luis Rojas


lunes, 5 de noviembre de 2018

Pequeñez

Va discurriendo
el pequeño universo
de cada quien,
molécula azul de lo infinito.
Tejiendo en el marco estelar
la feroz puntada  del vivir.

Una luz penetra
iluminando de albor... 
Albur de claridades,
mientras una sombra mece
su negritud de incertidumbres.

Conllevo y sopeso una ruta
de estimaciones siderales
sobre el tren de la discordia,
bajo la luz de la armonía
Y rueda que ruedan los días que avanzan inexorables.

Quietud maldita
en tiempo raudo,
qué pretende conciliar
las horas de la desazón.

El río de los día moja sensaciones de esperas
qué secan en la desesperanza...
Quizás
la agonía de un sueño,
tal vez,
el agujero en ebullición
de la calma
donde volverá de nuevo
a expandir...
Volverá a empezar...
Siempre
volver a empezar.

Autor: Juan Carlos Luis Rojas

https://todo-es-uno.blogspot.com/search?q=empezar

lunes, 29 de octubre de 2018

A los brazos del mar

Siembra de sueños derramó la vida
   sobre los surcos del tiempo
      donde las flores quisieron brillar.

La extensión de la esperanza
   se fue desdibujando
      entre pedregales y peñascos.
Fue cayendo/
perdida en el lodazal del odio
   luego del canto y el llanto/
      silbando con el viento dolorido.

Las dudas por doquier espinaron los valles.

Un delta oscuro
   de frutales derrochados
      fue entregando la corriente
         sobre cielos y tierras.

Era la maldad un torrente
   perfumado de sangre.

Los trigales muertos bajo el horror
   de asesinos incendios del alma.

...Y fuimos sombras allá
recogidas de temor/
vulnerables/
a las hachas gigantescas
   en manos invisibles…

Los continentes quedaron vacíos/
prestos a volcarse
   hacia el horno oculto del mar.

Autor: Juan Carlos Luis Rojas

https://todo-es-uno.blogspot.com/search?q=mar

Vibración

"Todo en nuestro Universo está en un estado de vibraciones, y compuesto de partículas transcurriendo en espín infinito; instantes que forman, deforman y conforman.
Y así también nuestro abstracto tiempo de vivir, de sentir... Fragmentados instantes que se unen para formar, acaso una ilusión, acaso un sueño."
Juan Carlos Luis Rojas

https://todo-es-uno.blogspot.com/search?q=Universo

miércoles, 22 de agosto de 2018

Injusticias recibidas


¡Tantas! puedes haber recibido de la desinteligencia del otro, de un mirar superficial de las  cosas, de un juzgar apresurado...
Pero, la corriente del tiempo harán decantar las aguas... Las vueltas de la vida darán una mejor comprensión de las cosas. Tal vez tarde para el que tenga que repensar; o no. Tarde para evitar las heridas.
Pero así es la vida. Es necesario fluir, olvidar y perdonar. Cada uno su propia copa ha de beber, en resultado del tiempo.
Juan Carlos Luis Rojas

https://todo-es-uno.blogspot.com/search?q=tiempo

viernes, 4 de mayo de 2018

Promesa de ensueño

Un roce
de tiempo y ternura
en la distancia...
El ensueño
en tus manos,
en las mías...
La luz
de nuestra mirada...
Albor
de brillante día...
El calor
de nuestras palabras...
Instante de florecer,
promesa
de brotes
y verdores
perfumados de pasión.
Se aferraron
a la piel del amor,
cómo verde hiedra,
trepando
en el frescor
de la esperanza.
Pero, ¡ay!
¡tristeza!
El viento
del tiempo
se lo llevó,
a las estrellas
del olvido.
...El tiempo
suele ser
un Sol,
que seca
la bendita lluvia,
y deja huellas 
resecas
en los cañadones...
Desaparecieron
las miradas,
huyeron las palabras,
en lo recóndito
del ayer.
...El tiempo
en la distancia
es un Sol,
que seca
impiadoso
la bendita savia
del amor...
y deja huellas 
resecas
en las almas.
Juan C. L. Rojas

viernes, 9 de marzo de 2018

Musical

Musical


Fueron nuestros días
    subrepticio canto del silencio.
Ronda de celestes sonoridades.
Completo programa de un concierto
    de humildes himnos/
        cantos/
            e ignoradas tragedias bajo la piel
                acrisolando el alma.

¡Y es así     como suena la vida!
Este estanque en el Universo/
    donde reverberan los ecos
         de brillantes soles/
             nubosos horizontes.

Agradezco tus    sonrisas
    (aunque abemoladas)
pasaron el riesgo de las cuerdas
    que más no se pudo tensar.

Agradezco a tus manos/
Fortalecieron los bastiones de mi espíritu.
Este espíritu que envuelve
    a un ángel veleidoso
que transmuta en aire de palabras
    esta dicha sufriente de vivir.

Llevo en el diapasón de mis huesos
    tu corazón
su pianissimo acorde
    que sonó sobre mi piel
        cuando aletargaba
            sus    espacios    de suspiros.

Que me miren tus ojos...
que ya los míos...
tranquilos
    en este prolongado calderón...
que no dice
    cuál es el compás que sigue/
    cuál el que empieza/

Podré ejecutar
    en un rincón     tal vez
        este mordiente chispeante de mis ojos/
Se notará/
    en la sonoridad rallentada de violines.

En el fondo de esta sala de armonías/
    ya se dieron a silencio
        las cajas oscuras de los bajos/
sólo el aire vacío suena
    de las gaitas distendidas.

¿Ves/ oís/
    la campanilla suave de mi sonrisa
        que atornilla el aire
            para calmar tus ojos
                y la ansiedad dolorosa de tu pecho?
¡Mira, no son culpas
    estos golpes de timbales en nuestros oídos!
Sólo    son    sones/
que tañen
    los duendes musicales del aire.

Oye, es imposible parar
    este concierto beethoveniano.
        Golpes violentos del amor.
...el silencio también es música/
música que fluye
cósmica y terrena
    en la voz profunda del alma.

...Miremos el arroyo
este sinuoso devenir del tiempo...
nada más, percibamos
    el perfume abrillantado
en estas notas del concierto.

Autor: Juan Carlos Luis Rojas


miércoles, 7 de marzo de 2018

De la vida

Este atardecer,
que camina risueño por las veredas
dibujando faros en las esquinas
amacando su marejada
entre flojas baldosas
y hojas danzantes
de incipiente otoño...

Este atardecer,
que me lleva
por ambiguas penumbras
donde la luz va renaciendo
en ecos de la memoria,
donde el sabor
se presta alucinado
en dulces sentires
floreciendo en sus candores...

Zitzaguea su brisa,
desde mis ojos 
y entre mis huesos,
con las razones misteriosas
que me convocan...

Es hálito de vida
que late en mi pensamiento
que va conmigo
y avanza
hasta el peldaño siguiente
del tiempo
aunque el otoño
insistente,
derrama ya
su bálsamo
de blanca cerrazón,
a esa corona
que calza
la frente erguida...

Y sigue su marcha
en el camino
donde esculpe
variopintas diademas
en el andariego crisol
de los sueños.

Este atardecer
de la vida
irá hacia su noche,
a su manto
oscuro y sideral
a prender luciérnagas
a marcar
sus cadencias
de sinfonías estelares,
otros compases
acaso...
¡oh, si pudiesen
nutrir las almas!

Autor: Juan Carlos Luis Rojas

jueves, 2 de noviembre de 2017

La música de don Edgar Romero Maciel

El lujo de la interpretación de Don Edgar Romero Maciel...
Sus letras... Su música...
Juan Carlos Luis Rojas

Lunita de Taragüí (chamamé)

Cuando pienso en mi Corrientes
lamento no estar allí
y en las tardes por los campos
quemarme en su cuarahy.          (Sol)

Pero por lo que más siento
no estar en mi Taragüí               (Corrientes)
es por sus noches divinas
bañadas por el yasy.                  (Luna)

En el cielo está
con su traje azul
por el naranjal
bañando su luz.

Qué pena me da
no estar más allí
y verte otra vez,
lunita de Taragüí.

De: Edgar Romero Maciel

(Traducción)
Juan Carlos Luis Rojas

........................

Sauce (Chamamé)

Claro cantar que dice
el manso arroyo
que alegre pasa
Sauce que en tus orillas
sus cabelleras llorando, bañan
Quiero en tí descansar
cuando se acaben mis ansias
porque no hay en Corrientes
como la gente de tu lugar.

Mi cantar, guarda el eco de tus campanas
graves son, que acompañan mi eterno andar
retornar es el sueño que alienta en mí
y si un día quiere el destino
que olvide al pago donde nací,
moriré por mal correntino
en algún camino del taraguí

Breve como la charla de tus paisanos
asi es tu traza
breve si pero acaso
no haya en cariño
otra más larga
Quiero en ti descansar
cuando se acaben mis ansias
porque no hay en Corrientes
como la gente
de tu lugar.

Letra y música de E.Romero Maciel y A.Mansilla

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Viejo Caa Catí - Chamamé                    (Fragancia de hierba)

Clavado muy hondo en la historia correntina,
fortín cué del norte al paso de los avá,     (Viejo - Indios)
quiero recordarte pueblo de mis mocedades
antes que tus calles queden sepultadas por el arenal
Añoro tus quintas de enfilados naranjales,
tus chinas maduras quebradas sobre el maizal
y tu sol ardiente que vuelve la tierra arena,
hoy quema mi sangre cuando al recordarte digo este cantar

De Caa Catí a Mburucuyá
más de quince leguas hay que atravesar,
voy al trotecito cruzando el palmar
silbando bajito pronto he de llegar
Baña tu costado el bravo Santa Lucía
vigilan sus aguas los nativos yacarés
y al norte el camino cambiante lonja de arena
lleva tus barrancas donde el río se alza Ita Ivaté
Quisiera arrancarte de tu siesta provinciana,
gritarle a tu gente que no te deje morir
y echar en tus calles mi sangre de correntino
por ver si despiertas de tu antiguo sueño viejo Caa Catí

Letra: Alberico Mansilla
Música: Edgar Romero Maciel

.............................

Viejo Paraná

Antiguo arriero de peces, dorado río,
por tu camino de siglos bajando vas,
desde donde su farol enciende la luna
hasta las islas frutales del litoral.

Sus soles tus lomos queman en el estío,
barrancas, islas y playas te ven pasar,
arriba lames las garras de ariscos pumas
abajo reflejas luces de la ciudad.

Canoas isleñas del Paraná,
quiero ser el agua por donde van,
irme cauce abajo, lluvia retornar,
y ser nuevamente río Paraná.

Asoman en tus riberas como otros días
las bellas formas trigueñas del guaraní,
pero revive en el alma de los isleños
la raza vieja que otrora reinara allí.

Quien fuera, me dijo un día mirando el río,
como las aguas tranquilas del Paraná,
que no conservan las huellas de los navíos,
y así las penas del alma poder borrar.

Canoas isleñas del Paraná,
quiero ser el agua por donde van,
irme cauce abajo, lluvia retornar,
y ser nuevamente río Paraná

(Polca canción)
Letra y Música: Edgar Romero Maciel - Albérico Mansilla
................................

Corrientes cambá (Chamamé)

Retumba en la noche el bombo de los cambá,
la Luna es una tambora que bate un son;
tirada tras las barrancas del Paraná
Corrientes duerme su sueño color carbón.-

Calienta el aire el candombe con su sonar.
La noche africana reina en el Taragüí...
es negro el ritmo en la sangre pero el cantar
se expresa en dulces palabras del guaraní.-

Después de bailar
me gusta ir a ver
junto a mi cambá
el amanecer...
Por Punta Arazá
siempre sale el sol,
tras el Paraná
la luna se va
por Punta Ñaró.-

No agita el aire el candombe en el Cambá Cuá,
se fueron ya los morenos con su tambor;
la luna apagó su parche de cuero y sal,
nostalgias de un tiempo viejo que fue mejor...
Quisiera en noches de enero también estar
descalzo junto a los negros bailando así.-
Ceñir la fina cintura de una cambá
y hablarle bajo de amores en guaraní...

Letra: Albérico Mansilla
Música: Edgar Romero Maciel

..............................

https://youtu.be/QIMVMS-5U50

martes, 10 de octubre de 2017

Hacia el nuevo hogar

(De la serie: "El niño, el muro... y la libertad" Juan C. L. Rojas

   En esa mañana de sol a pleno, su mente tejía confusos colores. No los colores que la hermosa mañana avivaba en los rosales y en las dalias exuberantes del jardín; no los tonos, verde pastel, de irupés y camalotes flotando en la laguna, allí, detrás de la casa; tampoco los del bosque allá, en la otra orilla misteriosa de esas aguas calmas. No, no eran esos los colores que ahora lo inquietaban, sino los que se movían en el profundo interior de su alma.
Sentía un estado de conciencia a medias, donde el factor dominante era la duda, la incertidumbre.
   Quizás porque no veía otra opción, su única respuesta era la que involucraba huir del pasado, entrando sin renuencias a las circunstancias que iban apareciendo delante de él, o a pesar de que le fueran impuestas; y que esto resultara en tapar los recuerdos, insuficientes afectos…, introduciéndose de lleno en el miedo y el dolor.
   Tal vez era una forma de buscar puertas de salida a todo eso, o una puerta de entrada que lo llevara a satisfacer alguna carencia que ni él mismo, por ser niño, entendía bien de qué se trataba.
Ya había escuchado algún comentario,... decisiones con respecto a él, palabras dichas a su espalda. "Los adultos deciden sobre la vida de un niño", pensaba, "después de todo el abuelo es bueno, aunque no sabe ni escribir. El también fue abandonado y encontrado en los bosques del Paraguay, cuando era chico. Al final no conoció ni a sus padres, sólo a un hermano, ya después de viejo... Dicen que la guerra…"
   Mientras en su pensamiento todo se mezclaba, vio a su abuelo acercarse. Este respiró hondo sofrenando un suspiro. Palmeó cariñosamente el hombro del niño en un gesto poco acostumbrado…
   -Vas a ir con el doctor, mi’jo. Seguro que vas a aprender muchas cosas –le dijo con una sonrisa que pretendía ocultar algunas lágrimas, las que aparecían inevitables y aumentaban el brillo de sus ojos azules.
El abuelo, de buen carácter, de fácil sonrisa, de porte físico mediano, sumamente trabajador y con el concepto de la honestidad grabada a fuego en la sangre, no sabía ni leer ni escribir y era casi el único sostén de la familia, que se componía más de nietos que de sus propios hijos.
   El espacio de tierra que poseía estaba siempre cultivado con árboles frutales, verduras, e incluso tabaco, que luego de cosechar con su esposa, lo procesaban caseramente para venderlo en el Paraguay o en el vecindario de la isla.
Tenía aves de corral y algún ganado vacuno que carneaba de tanto en tanto, y leche para consumo familiar. Todo esto le demandaba actividad desde la madrugada; porque además era empleado estatal de salud pública del Chaco. El pequeño sueldo obtenido, cubría apenas los gastos hogareños que no lograba hacerlo con la producción casera.
   Conformaban una buena sociedad el abuelo y la abuela; él, correntino; ella, paraguaya. El, atendiendo no sólo lo de la casa, sino también la actividad externa; y ella ocupándose de todo lo doméstico, aferrada a una pipa siempre humeante, y un rebenque eternamente bajo sus brazos con el que domaba tanto a niños como a los animales.
   El origen de la conformación familiar y el asentamiento en una isla del Chaco argentino, habría que rastrearlo en los vericuetos políticos, intereses económicos de las grandes urbes (corrupciones incluidas) y las guerras asociadas. Todos sus hijos nacieron en el Paraguay, y la mudanza fue la resultante de inestabilidades políticas. Pero, de todo esto, no siempre le llegan a un niño los elementos de la comprensión de sus orígenes o la atenuación de las consecuencias de esos desarrollos y sus resultados.
   El niño no entiende que en la burbuja de su pasado cercano y su origen ya están incluidos los condimentos de su presente.

   La lancha saldría a las once de la mañana hacia Paso de la Patria. La preparación para el viaje era escasa; pocas y modestas pertenencias; sin embargo la sensación que percibía era la de una marcha definitiva, un viaje sin regreso.
A la hora de la despedida, los primos y hermanos rondaban cerca, silenciosos, sin más expresión que los ojos bien abiertos clavados en él.
Miró por última vez hacia "el bajo", allí donde el río al crecer, descargaba algo de su fluido formando una laguna. Dio un vistazo a todo el panorama desde donde estaba un aliso estaqueado, hundido horizontalmente a ras de la tierra, en el borde del patio posterior de la casa; ese tronco estaba colocado ahí para detener la erosión del terreno. Prolongó su mirada hasta el fondo, allá donde acostumbraba a cantar la garza mora, cuando aparecía en el bosque al amanecer, del otro lado de la laguna. Volvió su mirada y la detuvo brevemente en el pequeño puerto improvisado, al que muchas veces despejó de irupés y camalotes, para el trabajo de lavanderas, que le estaba asignado a sus primas y hermana. Volvió más atrás su vista, nuevamente dirigida al borde del patio, bajo el árbol de paraíso donde en ese momento dormía Rompe, el viejo perro de la casa. Mientras tanto, Díquel, el perrito con que jugaba a menudo, parecía saber de su partida; giraba y giraba a su alrededor, moviendo incansable su corta cola.
   -Che cunumí (mi muchacho), atá ese animal –dijo el abuelo a otro de sus nietos.
Al fin se despidió. Saliendo de la finca, caminó por el pasillo largo ubicado a la izquierda. Debido a la sombra de los árboles la tierra todavía conservaba la humedad del rocío. Mientras caminaba surgía en su mente un replanteo insistente de cosas y circunstancias que traía el recuerdo.
Los mamones altos a su derecha, sumamente quietos, prolijamente en línea, como formados para guardia de honor, parecían decirle adiós en silencio. Detrás de esa línea de árboles frutales aparecía el mandiocal, que empezaba a asomar joven sobre la huerta. A la izquierda, flanqueaba su camino un alambrado de púas tensado sobre postes viejos, de los que en una oportunidad, uno de ellos no resistió el peso de su travesura rompiéndose; así pagó entonces, con sangre de sus piernas, el pase a la casa del vecino.
   Cerró el portón prolijamente y ajustó el cierre del bolso; mientras lo hacía, observó la puerta abierta del almacén de al lado; surgieron entonces en su retina los trazos gráficos de la libreta de crédito y con ello la semblanza del abuelo, su escrupulosidad en pagar la deuda sin pasar ni un día más de lo acordado.
A los once años de edad no entendía cabalmente la dinámica del dinero, pero sí sabía cómo afectaba su carencia por las restricciones que imponía, hasta en las necesidades tan vitales como la alimentación; es más, sabía que era debido a estas restricciones, y no sólo a la búsqueda de futuro, que tenía que marcharse.
Si bien ignoraba los parámetros con que se movía el mundo de los adultos, sí llevaba incorporada en su conciencia las normas del cumplimiento y la honestidad tantas veces platicada por el abuelo en los momentos de la sobremesa, especialmente después de la cena.
   En esta despedida no podía definir si en su sentimiento había realmente tristeza o era que pesaba más la curiosidad, la posible alegría de lo nuevo. Sin embargo sentía los abrazos de la isla, los de sus sombras y sus luces, la humedad cercana de los ríos, sus frescores; los sentía como el adiós a lo amado.
Subió al terraplén, callejón pavimentado y sinuoso bordeado de eucaliptos que lo llevaba hacia el puerto. Ahora, una voz que difundía el aire conseguía aquietar sus pensamientos; era el murmullo del río traído por el viento y también el sonido de las ramas de los árboles azotándose en sus copas. Caían las hojas y él se veía como una hoja más, ahora dejada al viento.
   Cuando bajó al muelle los tripulantes de la lancha estaban en los preparativos finales de carga; como casi siempre, había una mezcla de castellano y guaraní en el habla de la gente; eran generalmente conocidos entre sí y mezclaban cordialidad y bromas con la intensidad del trabajo.
   -¡Oh! Mba’éicha pa che ra’a (Como estás mi amigo). Vos sos el nieto de don Tabí, ¿no? -lo recibió cordialmente el lanchero.
   -Si, buen día, -contestó con algo de timidez.
-Así que te vas con el doctor Palowski… Me contó tu abuelo.
El lanchero hizo sonar sus palabras como apropiándose de cierto orgullo que suele darse cuando la humildad se une a la ignorancia; a veces, como una manifestación de solemnidad fetichista, dirigida hacia la formación profesional o a un determinado status social. Palowski es un apellido polaco, pero el doctor era alemán. Consiguió su nueva documentación con ayuda del Vaticano, cuando Alemania perdió la guerra. También obtuvo, con esa documentación y pasaporte, una orientación hacia qué países dirigirse; donde no fuera “molestado”.
-Sí –contestó parcamente el niño.
-Bueno, si querés, subí; acomodate donde puedas ch'amigo.
Subió con cuidado debido al balanceo de la lancha y se ubicó en el lateral de babor, para dejar libre el paso de carga por estribor, que era el lado por donde estaba amarrada la embarcación.

¿Son los recuerdos como ondas cósmicas del tiempo, circunstancias repitiéndose infinitamente? Así le parecía este momento; como un recuerdo convirtiéndose en concreta realidad presente.
Ahora, nuevamente se movía el mundo, su mundo infantil. Se movía con la lancha, con el muelle, con los árboles, y todo con el río. Como aquella vez, cuando vino a la isla en su primer regreso, cuando en esa oportunidad involucró también otra despedida, la de su padre. Sentía otra vez esta mezcla de recuerdo y realidad palpable. De nuevo vibró ese pequeño mundo solitario dentro de otro mundo mayor, desconocido e indiferente hacia él.

Ya todos a bordo y con el amarre liberado, la lancha se alejaba lentamente del muelle adentrándose en el río Paraguay, luego bajaría un corto tramo hacia el Paraná, que estaba allí nomás, a la vuelta del recodo de la isla. La turbiedad acentuaba el misterio del río que batía sus lenguas infinitas salpicando los rostros pensativos; también salpicaban los sueños, dentro de esas mentes casi adormecidas por el ruido del motor. Juancito miró hacia atrás; siempre le intrigó hacia dónde se dirigiría la extensión del río. ¿Qué hay río arriba?... Querría remontarlo alguna vez. ¿Es el deseo el embrión de un sueño? ¿Es el sueño un camino donde sólo hay que ponerse a andar? La luminosidad del espacio más abierto lo retrajo de sus pensamientos, cuando en ese punto de la navegación la desembocadura se abría ya casi tocando al río Paraná.
En dirección a proa no se veía la costa. Ahondó la mirada en el engañoso espacio infinito. En el horizonte sólo se veían algunas gaviotas. Volvió la vista hacia lo que dejaba atrás. Debajo de la popa el río espumaba blancura, la que contrastaba con los diferentes verdores de las costas (paraguaya y argentina) haciéndose más vivos gracias a el sol de la mañana.
-¿Querés un mate, Juancito? –le preguntó el lanchero, apartándole de su abstracción en el paisaje.
-No, muchas gracias don Arévalo –respondió, mientras modificaba su postura sobre un listón de la quilla, donde estaba apoyado.
Estaba ubicado cerca de la cabina y podía escuchar la conversación del lanchero y su ayudante.
-¡Cova co Gomecito ra’y! (¡Este es el hijo de Gomecito!) –continuó Arévalo, ahora dirigiéndose a su ayudante. Lo hizo con cierto tenor de respeto machista, a lo que se refería. Palas, el ayudante, no respondió.
-E jhendú pa jhina (¿Me estás escuchando?) –reclamó Arévalo, en tono burlón.
-A jhendú (Oigo), –respondió Salas, a desgano.
-Hijo’e tigre co cunumí (¡Es hijo de tigre este muchacho!) –enunció de nuevo Arévalo, con clara intención de zaherir a su compañero.
-¡Bah! ¡Maba pa tigre! (¡Bah, quién es tigre!) –dijo Palas, tratando de neutralizar la chanza infligida...
-¿Maba pa?... (¿Quien?...) Ja ja ja… Me dijeron, que con Gómez te salió mal lo de la rubia aquella.
-¡Bah! ¡No pasó nada! –se defendió Palas. Arévalo largó una risotada.
Como premisa inevitable, esta conversación llenó su mente de preguntas e inquietudes referidas a su padre. ¿Qué conocían de él estos hombres? ¿Cuáles fueron las andanzas de su padre por estos lugares? ¿Saldrá alguna vez de la cárcel? ¿Lo volvería a ver?
Ahora, la lancha entraba en el planchón más claro y amplio, al cruzar la línea divisoria que producen las corrientes y las diferentes turbiedades de las aguas. A la derecha del panorama de popa se desarrollaba la punta del continente paraguayo; esas barrancas también habrán de quedarse entre aquellas cosas que habrían de alimentar su curiosidad y se añadirían, a la sumatoria de inquietudes insatisfechas. Los monos carayaes estaban silenciosos en la silvestre vegetación; es en el ocaso cuando estos suelen alterar escandalosamente el silencio del lugar; sólo una canoa pequeña, tal vez pescadora, aparecía casi camuflada por el tupido follaje. A la izquierda todavía se notaba la isla en la prominencia de su cerro, el cual remataba su cresta con la fachada ambarina de la iglesia principal.
En este punto de la mirada, vino a su mente el recuerdo de aquellos preparativos inconclusos para el catecismo y los rituales religiosos que jamás pudo entender. Allí apareció en el recuerdo los juegos y travesuras, las andanzas en el bosque y en el río. "¿Volveré algún día a navegar sobre los troncos, los alisos traídos por la inundación?". Al volverse hacia babor, una estampa conocida pero casi fantasmal cortó sus pensamientos; desde el horizonte bajaba por el río una jangada; a lo lejos era sólo una tosca línea derivando sobre el agua. Encima de esa línea había una pequeña figura que parecía ser la de un hombre erguido y cerca de éste, la de otro hombre sentado. Aparentemente tomaban mate.
...Sí, eran hombres nomas, no fantasmas, los que navegaban sobre un tendal de maderas bañadas por el agua; pero a la distancia, el conjunto parecía un simple garabato dibujado en la página acuosa del horizonte. Bajaban a la velocidad lenta de la corriente sumada a la fuerza inercial del maderamen, el cual tenía un tamaño desproporcionado con relación a la cantidad de sus tripulantes.
De nuevo surgieron la inquietud y esas preguntas que se apilan en el arcón de los misterios que suele atesorar un niño. ¿Cómo es que a esa gigante acumulación de inerte vegetal, puede dominar y conducir un pequeño hombre cabalgando a la intemperie sobre la húmeda planchada de troncos?...
Pasó la jangada por atrás de la lancha; casi al filo de la distancia audible de un sapucai (grito); pasó con su respuesta de silencio. Golpeando con la instigación de la curiosidad a esa mirada de niño; mirada perdida ahora en la llanura blanca; perdida en el horizonte verde y en la opacidad de la distancia.
En el medio del río el motor de la embarcación con su ruido monótono jugaba a vencer los sentidos, sin embargo, muy tenue ahora, como esbozo de dibujante, empezaba a divisarse la otra costa, mientras la primera se perdía a lo lejos con la estela de la lancha.
Corrientes aparecía brillante bajo un día de sol al momento de la siesta provinciana de uno de sus pueblitos litoraleños, Paso de la Patria. El alemán, el doctor, con su uniforme de médico, estaba todo de blanco esperándolo ahí mismo en el muelle, parado a la media sombra de un techo de protección; tenía las manos detrás de la cintura y en su cabeza una gorra de tela floja que le caía sobre la frente y las orejas. Seguía inmóvil mientras amarraban la embarcación. El niño notaba sobre sí la mirada escudriñadora, persistente, sin más gesto que el silencio del alemán, que mostraba así, un atisbo de la actitud severa y militarizada con que era conocido; continuó así, aún hasta después de haber bajado el niño, y habérsele acercado.
-Buenas tardes, doctor –saludó entonces, Juancito.
-¡No, así no! -Reaccionó el alemán de manera áspera-. ¿A ver? ¡Párate bien!... Así, firme, e inclinas la cabeza… Ahora sí, buenas tardes.
Juancito obedecía mientras algunos pasajeros y tripulantes miraban sorprendidos, o risueños y en silencio, esa escena. –Le hizo repetir el saludo incluyendo todo el proceso formal.
Luego de esta primera lección caminaron callada y largamente hasta lo que sería su nuevo hogar. No podía evitar la tensión de ese silencio. El alemán caminaba a grandes zancadas delante de él, y su atuendo blanco, ahí, a un paso de distancia, irritaba sus ojos al reflejar la luz; el niño hacía descansar sus ojos dirigiéndolos hacia la gramilla amarillenta entre el polvo reseco del camino. A pesar de que el sol mostraba su fuerza desde arriba; en su optimismo de niño, Juancito lo sentía como un poderoso dios protector; optimismo al cual coadyuvaba la curiosidad sobre lo extraño del lugar, la conformación urbana, la ubicación más ordenada de las casas, las calles bien definidas, los autos, y otro tipo de gente.
En realidad quedaba sólo a unas cuadras el lugar a donde se dirigían, pero la incomodidad psíquica inducía en los sentidos la exagerada extensión del andar.
A la izquierda se podía ver algunos "lamparones" del río en los claros que se formaban entre árboles y edificaciones lindantes con la costa. Todo estaba calmo, no había viento y no se oían las olas rompiendo contra la barranca. El itinerario de la caminata la mantuvieron a una cuadra de distancia del río, y respecto del mismo, también esa era la ubicación de la casa del alemán.
Juancito comprendió que llegaban, cuando el alemán cruzó un puentecito sobre la cuneta, el cual daba frente a un portón de hierro y alambre tejido, justo en la mitad de la parcela amurallada. Esta encerraba huertas, árboles, chiquero, gallinero, jardines y dos casas; una en cada extremo del terreno.
El portón rechinó con estrépito al abrirse, pero no llamó la atención de una mujer que en ese momento regaba las plantas. Esta siguió en su labor mostrando total indiferencia a los recién llegados. Parecía malhumorada.
-¡Señora Antonia! –dijo en tono amonestador el alemán al acercarse. Sólo entonces, ella levantó la vista hacia él y dirigió una mirada de soslayo, casi reticente, al niño.
Esta escena dejó abierto en su entendimiento un panorama de curiosa incertidumbre que le producía un incómodo escozor, pero ahora, sin otra vía de salida, este era su nuevo hogar, y debería aceptarlo, aunque lo sintiera como una nueva imposición; un mandato que no podía, o no sabía cómo evitar.

Autor: Juan Carlos Luis Rojas

jueves, 21 de septiembre de 2017

Transitando hacia las energías renovables... Estación de carga para automóviles.

"...4.000 coches al día podrían ser cargados en Innovationspark Zusmarshausen, la próxima estación de carga de Alemania, según la compañía. 24 de los 144 puertos de carga podrían ser supra-compresores con capacidades de carga de 350 kilovatios (kW), lo que supera al sobrealimentador Tesla con su capacidad de alrededor de 150 kW. De acuerdo con Sortimo, Innovationspark Zusmarshausen podría ofrecer ahorros de 29,5 millones de litros, o alrededor de 7,8 millones de galones, de combustible, y podría ahorrar casi 60.000 toneladas métricas de dióxido de carbono cada año.
Innovationspark Zusmarshausen va más allá de la visión típica de una gasolinera. Según la FAZ, la estación también podría contar con oficinas, tiendas y restaurantes; Sortimo dijo que la gente podría pedir comida antes de que lleguen para que puedan comer mientras su coche carga. Los viajeros pueden ser capaces de aparcar y cargar sus vehículos al mismo tiempo en el estacionamiento, tal vez incluso mientras trabajan en las oficinas en el lugar..."
Alemania Planea la Estación de Carga de VE más Grande del Mundo - Mundo Solar

sábado, 19 de agosto de 2017

La maldad, la música, la poesía...


Decía Inmanuel Kant: "Donde hay música no puede haber mal"... (No estoy muy de acuerdo con mi amigo)... Y Aristóteles ensalzó a la poética en sus diversas formas y artes...
Y sí, la poesía, es, en sí mismo, esencia fundamental, subyacente y emergente de todo y del Todo. Es así que podríamos considerarlo superlativo; mas, se trata de hacerlo evidente desde su espíritu, mediante el privilegio del "determinado" poeta, quien es como herramienta y vehículo que define en arte esa esencia de la poesía; sin embargo, es "insondable el corazón del Hombre", dice un Libro (Biblia), y es así que, entonces, la maldad puede afectar lugares... y seres impensados...
¿Será tal vez, como dijo, Nietzsche?: "Quien con monstruos lucha cuide de convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti."
Ironizando un poco, dijo Oscar Wilde: "Como mala persona soy un completo desastre. Hay montones de gente que afirman que no he hecho nada malo en toda mi vida. Por supuesto sólo se atreven a decirlo a mis espaldas."
Pero claro, la vida es una dialéctica inextricable... "El mal es vulgar y siempre humano, y duerme en nuestra cama y come en nuestra mesa." Dijo, Wystan Hugh Auden. Tan así, que a veces pueden ser, hasta nuestra madre, nuestro padre,  nuestros hijos. Más en unos que en otro...
Se me cruza en la mente algo de la trágica vida de Arthur Rimbaud... poeta y su poesía,  que desembocó luego en otras "licencias"...
Pero es bueno rescatar lugares, como este,  virtual, que nos atañe en este momento, donde existe la poesía de la amistad, que muchas veces es, hasta  más contundente y verdadera que en nuestra otra realidad paralela y supuestamente más tangible... y que siempre tengamos esta posibilidad de luchar y elevarnos en medio de un mundo avieso.

domingo, 16 de julio de 2017

Ronda una tristeza

Hay una tristeza oscura
    que ronda este silencio/
Y sus hombros se resignan...
    como se resigna la tierra 
        bajo el cielo de las lluvias.

Hay una tristeza que encierra
    la voz callada de los gritos/
del amor/
    sin matriz para la luz.

Ronda una tristeza que respiran
    jilgueros acallados/ 
Tristeza de los labios 
    sin la plenitud tranquila de los besos/
del cariño 
    sin las manos del abrazo/
de la distancia
    en la cripta de signos olvidados.
Perfuma los rostros 
    el humo azul 
        quemado en nuestros pechos/
cuando clava el tiempo
    su puñal
        marcador de la partida/
Cuando deja    /inconclusa/ 
    la furtiva sed de la pasión. 

Autor: Juan C. L. Rojas

viernes, 14 de julio de 2017

Sobrevuelo

Aurora distante
tu sonrisa
en que amanece mi día...
Transcurren sus horas
y en el espacio almacena...
la escena
de tu vos silente... 
Sobrevuelo
que en mi memoria
latente
ahora envanece
al tinto vaso
de mi corazón.

Sobrevuelo mi cielo,
gorrión de recuerdo...
Acaso ya
descoloridas plumas,
hojas,
danzando en otoño.

Pudiese llegar...
desde los sinos
transparentes del tiempo
desde los sueños vividos
desde la trastienda
donde canta el olvido
y pudiera entonces
darte
un nuevo canto
renuevo bello
de un amanecer...
...Despabilarte
a un nuevo tiempo...
de todos los besos
de toda ternura
de todo el amor...

Autor: Juan C. L. Rojas
OTOÑO
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sábado, 8 de julio de 2017

Herramientas

Herramientas

Esfuerzo y creatividad,  deben ser siempre, herramientas en nuestras manos.

El tesón debajo

Muchas veces podemos ver el efecto de la virtud humana produciendo brillantes resultados; como una nave que cumple con su función normal de despegue, y a partir de allí el vuelo inalterable... Pero cuando otros ven, lo fácil que parece, el despegue de esa nave hacia el cielo, no siempre piensan o imaginan todo el tesón invertido, y la energía ardiendo en los crisoles, desde la hora primera... Así el humano.

No siempre podemos juzgar los logros y éxitos de otros, como adquisiciones gratuitas. No les aplica a todos alguna metodología de lo fácil.
No se cosecha si no se siembra. Y la siembra implica, preparación, sacrificios y riesgos.

Tampoco podemos juzgar, unívocamente al revés, porque como dice, Eclesiastés 9:11 :
"Regresé para ver, bajo el sol, que los veloces no tienen la carrera, ni los poderosos la batalla, ni tienen los sabios tampoco el alimento, ni tienen los entendidos tampoco las riquezas, ni aun los que tienen conocimiento tienen el favor; porque el tiempo y el suceso imprevisto les acaecen a todos. "
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Autor: Juan Carlos Luis Rojas

martes, 25 de abril de 2017

Valor de un producto o servicio

El valor de un producto o servicio no está dado por el tiempo neto empleado, sino por las variables que le dan valor a ese tiempo. Esta dado por la complejidad de los procesos, el saber de su desarrollo, el logro de las funciones óptimas, la habilidad en la operación, la eficiencia en los resultados.
El precio o valor de tu producto o servicio es según las variables que afectan en la interacción.
A la vida pídele tu valor, no lo que pretendan imponerte.
Juan C. L. Rojas
https://todo-es-uno.blogspot.com.ar/search?q=valor

lunes, 24 de abril de 2017

¿"Bestialidad" o flexibilidad de las revoluciones?


Ya hemos entrado en el siglo 21 (más los años de "yapa" en la antigüedad del hombre), sin embargo, aún tenemos los humanos, testarudez anacrónica con respecto a los movimientos de la historia...
La historia nos dice, a los que tenemos la sangre inquieta, el corazón vibrante, anhelante  de mejorar la vida y las sociedades, y también  a los que se creen "iluminados"... nos dice, con el desenvolvimiento de los hechos y la evolución del pensamiento,  que ya debería haber pasado el tiempo de los cañones, el tiempo de la berborragia vociferante a voz en cuello, que ya pasó el tiempo de ideologías concentradas en fanatismos, ya paso el tiempo de levantar los puños amenazantes... que no es tiempo de "bestialidad" en las revoluciones contemporáneas, que es hora del consenso inteligente, la estrategia diplomática, la "cintura" política en los pasos y caminos hacia el logro.
Los seguidores honestos, además, deberían estar alertas a las "lumbreras" engañosas, los  oportunistas de la desesperación; y que no puede haber ninguna revolución sana en la mano de los corruptos, que tarde o temprano brotará  la semilla de su mal.
Juan C. L. Rojas
https://todo-es-uno.blogspot.com.ar/search?q=humano+

viernes, 21 de abril de 2017

Nuevas estrellas


Por fin
   detuve un momento
      mi traviesa locura de niño.

Tras un golpe contra el horizonte, pude bajar
del caballo desbocado
   que espolearon mis sueños.

Volví entonces mis ojos
   de esas llanuras sedientas...
aquellas que insuflan
   anhelos ardientes en el corazón/
¡Candor del pecho/
   buscador de montañas imposibles!

Volví mis pasos.
    ¿Se rindieron acaso?...
Se aquietaron
   para envejecer aún más
      su cansada esperanza.

A mi espalda
   vi un mar gris    opaco/    brumoso...
¡Tantos ojos marchitos!

Vi a la pasión anhelante.
¡Ella era/    es/
   el combustible del sol
      quemando las alas de la vida!

Regresé del camino de la ilusión
tras la cortina lluviosa de las lágrimas.
Caminé    sobre continentes antiguos
   de sueños perdidos.

Amarrado en sus puertos
   había barcos en cenizas humeantes.
Dejé en cada altar de sus mástiles
   la bendición de un suspiro
      y en el último
la rendición de mi espada.

Monté otra vez
   con humildades nuevas
con tristeza dura/
con rumbo incierto/

El trote es leve.
Un río de manso fluir
   sin medida del tiempo.

Sobre mi frente
   caen sin cesar
      (del oscuro arpegio de la noche)
guiños amables
   de mis nuevas estrellas.

AUTOR: Juan Carlos Luis Rojas

miércoles, 12 de abril de 2017

De perezas y pobrezas

De perezas y pobrezas

El hablador, grandes cosas hace, con la palabra; el de acción avanza con los hechos.
Juan C. L. Rojas

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No esperes tiempo del perezoso e inactivo, porque aunque tiene, no lo tendrá; el ocupado crea, más produce y más producirá.
Juan C. L. Rojas

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La mano negligente empobrece; mas la mano de los diligentes enriquece. El que recoge en el verano es hombre entendido; el que duerme en el tiempo de la siega es hijo que avergüenza.
Proverbios 10:4-5

Ve a la hormiga, perezoso, mira sus caminos, y sé sabio; la cual no teniendo capitán, ni gobernador, ni señor, prepara en el verano su comida, y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento. Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño? Un poco de sueño, un poco de dormitar, y cruzar por un poco las manos para reposo; así vendrá tu necesidad como caminante, y tu pobreza como hombre armado.
Proverbios 6:6-11